lunes, abril 19, 2004

Hay ocasiones en que despertar es como estar medio muerto: piel adentro hay como un fardo que dice llamarse como yo, que tiene una voz muy similar a la mía, que me insta a levantarme, a seguir con esto de la vida. Piel afuera está el despertador, la cama, el camino hasta el baño, el espejo empañado desde el cual un rostro familiar me saluda mientras me rasuro, el café negrísmo, la puerta que da a la calle. En el momento en que mi mano toca la perilla, me convierto en un zombie. Ahora entiendo lo que sucede: deberían de colgarme un letrero en el cuello que dijera: "¡Cuidado! Dead man Walking".

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