lunes, enero 31, 2005
"That´s not democracy, stupid"
“No son las palabras de un autócrata ni de un dictador, hay que decirlo, más allá de que el personaje no despierte nuestras simpatías. Desde luego, no faltará quien denuncie el carácter espurio de un régimen patrocinado por el invasor imperialista. Pero, las cosas son lo que son y aquí, en este caso, estamos hablando, primeramente, de democracia, de elecciones […] y, en segundo lugar, de un compromiso expresado públicamente por el presidente de la nación más poderosa del mundo. Si, por ahí, los nuevos gobernantes piden, en efecto, la salida de las tropas de la Coalición y Bush Jr. Cumple su palabra ¿podríamos imaginar situación más asombrosa?”.
Me parece que el tono pseudo irónico del texto oculta un problema que no es menor [que no es de carácter espurio, como lo llama Revueltas]: el de la imposibilidad de construir una democracia fundamentalista basada en el terror. Me explico:
1. A las palabras se las lleva el viento. Decir que lo declarado por Bush no son las palabras de un dictador ni de un autócrata implica negar que existe una brecha entre lo que Bush dice y lo que Bush hace. En nuestro país tenemos un personaje que cojea de la misma bota. Basta revisar dos o tres discursos [de Bush o de su Chesire con botas guanajuatense] para darse cuenta de la validez de sus palabras. Recordemos que, en última instancia, las armas de destrucción masiva fueron sólo palabras que justificaron la invasión del territorio Irakí. Los hechos, señor Revueltas, pongamos atención en los hechos. ¿Que el compromiso fue expresado públicamente? ¿Y? Quién lo hará cumplirlo, ¿la ONU? ¿Usted?
2. Por supuesto que habrá quien denuncie el carácter espurio de un régimen “democrático” como el impuesto por Bush y sus secuaces. Yo me cuento entre ellos. Una democracia a la fuerza, al igual que los zapatos, como reza el dicho popular, no entra. Una democracia que se abre paso a cañonazos es todo menos democracia. “No son las palabras de un dictador ni de un autócrata”, señala Revueltas. ¿Y las acciones tampoco son las de un dictador y autócrata?
3. “…estamos hablando de democracia, de elecciones”. Este punto lo dejo para el final, porque es, a mi modo de ver, el atolladero más profundo del razonamiento de Revueltas.
4. “¿Podríamos imaginar situación más asombrosa?”, se pregunta Revueltas al plantearse la (im)posibilidad de que Bush cumpla su palabra. Más que asombro o incredulidad, la interrogante me remite a la actitud de tierna extrañeza que adoptan los cachorritos mal educados después de hacer sus gracias en medio de la sala: Cómo ¿yo hice eso?, ¿acaso esa cagada es mía?
Ahora sí, con respecto al punto tres…
La idea de lo democrático a la que se adscribe Revueltas es sumamente pobre: “…estamos hablando de democracia, de elecciones”. En esa pequeña frase se lee entrelíneas una concepción fundamentalista de la democracia, la cual, me parece, es necesario rechazar de manera tajante. Al reducir la democracia a la coyuntura electoral, Revueltas deja entrever que su [teleológica] visión implica la existencia de un vínculo entre universalismo, racionalismo y democracia, es decir, que la democracia constitucional representa una etapa en el trayecto ascendente de la Razón, lo cual se imbrica con el surgimiento de formas universalistas de ley y moralidad (a la Habermas). Detrás de la perspectiva reduccionista de Revueltas se observa una rígida distinción entre el ámbito público y el ámbito privado. Con ello, el mencionado autor niega la complejidad de la trama que se teje entre ambas esferas. Sin duda un principio fundamental de la democracia radica en la distinción entre espacio público y espacio privado. Pero dicha distinción es, más bien, heurística: es necesario problematizarla y expresarla de modo que constituya una frontera maleable, inestable, que es atravesada constantemente. Ambas esferas se encuentran entrelazadas de manera inextricable, casi dialéctica más allá de una filosofía moral universal. La política se subjetiva en la medida en la que la subjetividad se politiza y viceversa. Es en este fluir en el que la democracia se construye día con día, socialmente. El análisis de este proceso requiere enfocar la mirada precisamente en el ámbito que media entre ambos pares [entre lo público y lo privado]. Esto no implica en modo alguno un reduccionismo en el que la politización es total, es decir, en el que el tejido de lo colectivo es idéntico a la madeja de lo privado. La politización de la subjetividad no remite a la disolución del ámbito privado en la esfera pública. Más bien implica una apertura analítica que hace énfasis en aspectos que trascienden lo formalmente institucionalizado y se vinculan, también, con el mundo de la vida cotidiana, y no al simplismo aducido por Revueltas. Por ello, el análisis de la construcción social de la democracia requiere romper con la idea de un campo político autónomo, dominio sólo de unos cuantos. La democracia no se reduce a las elecciones. Es necesario dejar de presentar a las instituciones creadas en el mundo occidental como si estas fuesen la solución al problema de la existencia humana. Es preciso, pues, preguntar por cómo viven las personas/sujetos/actores el régimen democrático; cuáles son, sí, las estructuras y reglas que delimitan el juego democrático; pero también como se tuercen y reajustan dichas reglas por aquellos quienes las aplican; cuáles son, sí, los instrumentos a los que los ciudadanos tenemos acceso para participar en [e interpelar al] campo político; pero también necesitamos indagar las maneras en las que los ciudadanos ejercemos una de las libertades políticas fundamentales, es decir, la libertad de la política [el derecho al silencio, como dijera Hannah Arendt]. Luego de unas elecciones marcadas por varios autos bomba, varios muertos, un toque de queda, el cierre de fronteras, la prohibición de reuniones en torno a los colegios electorales... ¿qué puede uno decir? Yo, por mi parte, y tergiversando un poco a (ja) Clinton: “That’s not democracy, stupid”.
PD1.
Honestamente, me hubiera gustado hacer llegar el texto a Publico Milenio, o al autor, pero no tengo idea de por qué medios hacerlos. Si alguien sabe con quién, por dónde, o conoce a Revueltas Retes, no deje de avisarme, plis.
PD2
Feliz cumpleaños a mí.
jueves, enero 27, 2005
A mexican way of life
Relato envíado a Hipertextos
lunes, enero 24, 2005
La solución...
domingo, enero 23, 2005
Welcome to the jungle....
Mientras escribo esto, no puedo evitar una risilla irónica: hace poco me invitaron a una boda en Medellín, a la cual, desafortunadamente, no pude ir. Lo irónico es que pareciera que si yo no voy a Colombia, ésta se viene (con todo) para acá.
lunes, enero 17, 2005
Feliz cumpleaños...
domingo, enero 16, 2005
Más [acerca de la] postliteratura...
sábado, enero 15, 2005
Crónicas de viaje
Eran cerca de las once de la noche cuando finalmente salimos de la casa. Yo hubiera preferido quedarme acostado leyendo, o adivinando figuras en los extraños decorados de las paredes [lo acepto, soy un ermitaño]. Pero era el último día del viaje y las mujeres querían salir a divertirse. Desde el principio, intuí que aquella noche sería un desastre [como verdaderamente lo fue]. Las discusiones para decidir a dónde ir lo confirmaron. Para mí, más de cuatro personas ya es una multitud, todo se convierte en un caos de indecisiones e imposición de voluntades. Hasta la repartición en un dos taxis se torna problemática. Después de varias penosas escenas de gritos y sombrerazos, por fin pudimos dirigirnos al lugar que me había recomendado una amiga [La República]. Yo iba temeroso: la conozco y sé que nuestros gustos son radicalmente opuestos [salvo en TJ, donde ir al As Negro era quite an experience]. Tomé el asiento de adelante. Atrás iban Laclau, Ninin y Marukis. El taxista iba escuchando a Silvio. «Breve respiro», pensé. En el trayecto, el taxi donde iba el resto de grupo se nos perdió de vista. Luego de un rato me anime a preguntar: «Si no los encontramos, ¿conoce un lugar donde podamos estar tranquilos, tomar un buen vino y escuchar ese tipo de música?». Me miró de arriba abajo. «El sitio al que van le va a gustar, joven », me contestó. Finalmente llegamos. Los demás nos esperaban a la entrada. «Parece que está curado el lugar», dijo alguien. Je. El sonsonete de una música idiota llegaba hasta la puerta de entrada. Cuando ingresamos no pude menos que sonreír mientras pensaba en la dulce madrecita de aquél chofer hidrocálido. Mientras los demás bailaban y se divertían, yo, como el good old snob que soy, no pude menos que tomar un montón de servilletas para utilizarlas como cuaderno de apuntes. Llené varias servilletas con notas y dibujos acerca de lo que estaba experimentando, de lo que veía, de las reflexiones que todo aquello me provocaba. Guarde las servilletas en la bolsa lateral de mi pantalón cargo. Estaba seguro de haber escrito algo brillante. Pero cometí un error garrafal: me olvidé por completo que había depositado las notas en el bolsillo. Las encontré hoy, hechas nudo, despedazadas. Solo pude rescatar una servilleta que quedó más o menos legible: la lavadora había sido mi peor verdugo. Je.
Uno de estos días posteo algunas reflexiones acerca de ese patético antro hidrocálido llamado La República.
miércoles, enero 12, 2005
El círculo (fragmentito)
martes, enero 11, 2005
De viaje
lunes, enero 10, 2005
¿De vuelta?
PD
A Betriz Patradox, Humphrey Bloggart, Leticia Cortés y Niña Murciélago: sépanse ustedes que son las personas con mayor potencia narrativa que he encontrado en el mundo del blog. Opinión humilde y personal, pero sin duda compartida por muchos. Gracias por venir. Mariposita, ya sabes que te quiero un montón. De veras.