viernes, junio 24, 2005

(Im)pensar la (post)literatura

La primera vez que supe de la existencia de las bitácoras personales (weblogs/blogs) fue en un episodio de Los Simpson. En éste, Homero acude a trabajar, como siempre, pero se encuentra con que la planta nuclear no ha abierto sus puertas. La duda lo inmoviliza kieerkegardianamente. Por casualidad, Jenny y Carl pasean por el lugar y al ver a Homero le hacen saber que a todo el personal le fue informado del cierre por medio de un memorando difundido por correo electrónico. Como resulta obvio, Homero nunca se enteró. Al sentirse marginado decide comprar una computadora. Frente a la ya característica incapacidad homeresca, Lisa entra al rescate y le instala la PC. Desde su primer ingreso en Internet, el querido Kwyjibo queda atrapado en la red. Las posibilidades le parecen infinitas. Para explorarlas decide elaborar un weblog en el que sube el material que se piratea de otros sitios. Para darle mayor dramatismo al asunto [y evitar, de paso, toda demanda legal], Homero adopta el nombre de Mr. X. En sus post, Mr X. se dedica principalmente a ventilar las intimidades de los habitantes de Springfield (a la Chapoy). Cuando se le agotan las ideas y su página deja de recibir visitas, Homero decide inventarse las historias. Así, por ejemplo, esparce el rumor de que el Alcalde Diamante se ha gastado el presupuesto público en construir una piscina en el patio de su casa; o que el Sr. Burns trafica con uranio y lo vende los terroristas islámicos. Sobra decir que los rumores resultaron ser ciertos, por lo que la bitácora de Mr. X se convirtió en un éxito rotundo, al grado de que le fue otorgado un Pulitzer.
Desde hace poco más o menos un año yo he entrado, también, en el mundo de los blogs. Ello me ha hecho ver que la escritura es una de mis compulsiones más queridas. Escribir sin ser capaz de detenerse, narrar las sutilezas de la vida cotidiana, radicar en la inmediatez del hipertexto. Todo ello ocurre cuando se escribe en un blog. Las fronteras entre los géneros se difuminan, dejan de tener sentido. O mejor aún, se hacen visibles para poder ser atravesadas (a patadas y echando espuma por la boca). Sospecho, incluso, que al postear se crea un nuevo y efímero género: la postliteratura. No hablo de una idiotez como la literatura postmoderna, sino de una literatura del post. En la postliteratura lo escrito condiciona muy poco lo que se está escribiendo: se abre la posibilidad de de(con)struir la literatura desde la literatura misma.
Con la postliteratura el Uno irrumpe en los Otros [y viceversa] haciendo estallar la dicotomía escritor/lector. A diferencia de lo que ocurre con los textos impresos, en el blog es posible que los lectores dejen —por escrito— sus comentarios virtualmente en tiempo real, convirtiéndose así en algo más que testigos de la obra. El texto no existe salvo en la medida en que el lector-escritor lo (re)construye y se transforma en su artífice. Si la postliteratura es un género literario en gestación, requiere de un nuevo tipo de lector, uno que quizá rompa con el mito cortazariano del lector-hembra, una especie de lectoescriturista. Éste no es un híbrido estéril, sino que produce y (se) reproduce en el (hiper)texto. Por ello, la postliteratura es indigesta: exige la participación activa de los ácidos de este nuevo lectoescriturista; requiere ser convertida en una especie de bolo en el que lo literario, a final de cuentas, o se aprovecha o queda hecho otra cosa (en alguna asquerosa secreción, como ocurre con mucha literatura). Ello obliga a la toma de posturas por parte de quien lee: exige cierta complicidad del lectoescritor, un acomodamiento o una desazón, pero siempre un movimiento.
La postliteratura es efímera, fugaz, en la medida en que la retroalimentación ocurre en tiempo real. En los blogs no puede dejarse para mañana lo que se pueda leer hoy. La producción de posts es tal que el tiempo simplemente no alcanza. Y esto no es una desventaja. Al contrario, exhibe al escritor y lo coloca bajo una mirada inquisidora, como en un circo en el que el primer acto es un hombre desnudo y la gradería está repleta de payasos. En la postliteratura se reconoce que la creación literaria implica tanto al texto como al que lee [así como el hecho de abrir la puerta vincula tanto al que abre la puerta como a la puerta]. Por ello, la postliteratura es degradante en la medida en que desdiviniza al yo literario (a la figura del escritor). Permite arrojarse absurdamente a la literatura con la (des)esperanza de caer abiertos, vulnerables en la postliteratura. Al bajar del pedestal a quien escribe [o al subir al pedestal a quien lee], las bitácoras personales rompen con la idea de que la literatura es un campo autónomo, perteneciente al dominio de unos pocos. La postliteratura es y existe sólo en el momento que se lee, nunca antes ni nunca después. Puro presente, sin contaminación del pasado o del futuro. Todo aquél que tenga dos dedos de frente (y diez pesos para una hora en cualquier cybercafé) es capaz de hacer postliteratura. Por ello, ésta atenta contra las ortodoxias literarias, contra los cánones que se acomodan en los consabidos estancos: esto es una novela, aquello es un cuento, este es un ensayo, etc. Los textos postliterarios no se agotan en sí mismos, son abiertos y se reconstruyen a partir de las intersubjetividades. La postliteratura se tensa en la ambigüedad de lo post [pero sobre todo del post]: fluctúa entre ese ámbito dinámico que está más allá de la literatura [que ni siquiera es literatura] y el momento de fijar en letras las ideas.
En última instancia, la postliteratura es verborrea jeroglífica, martillar de palabras, agolpamiento de ideas. Esto es así porque escribir no es otra cosa que un juego de espejos, un hegelianismo baratísimo en el que la negación de la negación sólo afirma de manera más radical el punto de partida: hoy la literatura se postea, el post se (re)vuelve literatura y todo deviene en ¿ ? Ahora caigo en la cuenta: Barthes estaba equivocado y Homero Simpson se lo ha escupido en el rostro: no es el autor quien ha muerto, sino la literatura. Viva, pues, la postliteratura. ¡Do’h!

martes, junio 21, 2005

Ah, qué risa...

Fox acaba de declarar, en Kiev, Ucrania, que “todo se vale en la democracia” para justificar la reunión en la que ¿celebrará? el quinto aniversario de su malogrado mandato. En plena reunión con los académicos y estudiantes del Instituto Estatal de Moscú de Relaciones Internacionales, nuestro sabio presidente dijo: “Para la mayoría de las y los mexicanos, la alternancia en la Presidencia de la República, la llegada del Gobierno del Cambio, significaba la oportunidad de acabar con los viejos vicios del pasado autoritario y de reencausar la vida del país en la vía de los valores y la práctica de la democracia. Sobre ese camino democrático es por el que hoy transita México”. Según él, en tanto “artífice” (ja) de la democracia, ello le permite hacer propaganda partidista justo unos días antes de la segunda elección más importante en el país. Más allá de la risa que provocan las palabras de Fox, cabe señalar que si el querido Lacan lo hubiese escuchado diría que un verdadero acto no sólo cambia de manera retroactiva las reglas del espacio simbólico, sino que además perturba la fantasía que a ello subyace. En este sentido, habría que poner de relieve que el carácter de la democracia que vivimos no satisface el criterio con el que Fox pretende definir su acto del próximo 2 de julio (es decir, no hay nada qué celebrar). La transición a la democracia que, según algunos culmina con la alternancia en la presidencia constituye, al contrario de lo que pretende hacer parecer Fox, el paradigma de un falso acontecimiento: una especie de congregación espectacular cuyo objetivo radica en ocultar que en un nivel fundamental, nada ha cambiado realmente. Más que atravesar o perturbar la fantasía de un régimen autoritario, el llamamiento de Fox termina por servirle de cimiento: expone la transgresión fantasmática intrínseca de la situación, es decir, saca a la luz el conjunto de rasgos que determinan efectivamente los déficit democráticos, aunque ello no se reconozca públicamente. Como decía, toda cambia sólo para seguir igual.

jueves, junio 16, 2005

: soledad

me quito las lagañas
hurgo en mi nariz
busco un secreto
saco la lengua
escupo
le digo
días
buenos al
extraño que
me mira y hace
muecas desde el espejo

y eso es suficiente
para desandar
el Laberinto
inútilmente
inútil
en el que
con lugar a
dudas tantas
palabras tantas
(tan pequeñas como
enormes piojos)
no bastan para decir una
[sola:

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Chale. Yo no sé de poesía, ni soy poeta, ni sé qué me pasa. Ofrezco mis disculpas a todo aquel poeta o poetiza verdaderos que puedan sentirse ofendidos por mis recientes intromisiones. Ajá.

miércoles, junio 15, 2005

Qué risa

Chales. No había tenido tiempo ni de leer los comentarios. Hay varios muy chidos y que ameritan un buen cotorreo. Al buen Ivanovish le quedo a deber ese prometido agarrón con respecto a El Che Guevara. También me ha faltado tiempo para comentar los geniales posts de Noemí (pero no hay día que pase sin que lea lo que escribe). Hay textos del Youhualli, del G y del Chiva que ameritan una sesuda reflexión. Pero la neta, el que se voló la barda es Harry. Resulta que ante mi comentario que señala que el futuro de México es La Paz (véase aquí abajito), el mencionado bloguero señala lo siguiente: "Que rápido podemos olvidar que hay que agradecer cuando la historia de un país se lee con aburrimiento...". Me gustaría decir que una de las pocas personas que verdaderamente aprecio tiene un gran defecto: es una priísta recalcitrante. Uno de sus argumentos para justificar su priísmo es, precisamente, muy parecido al expresado por Harry. No sé si Harry sea priísta. El caso es que mi amiga dice que ya ni la chingo, porque no agradezco TODO lo que me ha dado el PRI (i. e. escuelas, desarrollo, estabilidad, paz, etc.). Y yo, entre copa y copa, y queso y queso, allá en una de sus lujosísimoas cabañas producto del régimen, le contesto lo de siempre: en primer lugar, no fue el PRI, sino el Estado y, en segundo, es su obligación proveer. Sin más. No hay nada que agradecer. Además, qué es peor: ¿ser un aburrido malagradecido o un ingenuo que se fija en la paja de mi oclayo y no ve la gigantesca viga que enmascara la terrible falta de libertades políticas que marcaron los setenta años del PRIATO? ¿O los patéticos cinco años de alternancia payasesca en la que gobierna un gato de Chessire con botas? ¿O los próximos e irónicamente oscuros sexenios del sol de la esperanza?

martes, junio 14, 2005

Minifix

...luego tomó el dinero del buró y abandonó la habitación, dejando tras de sí una estela de frío desencanto (¿acaso eso que resbalaba por su rostro eran lágrimas?).

jueves, junio 09, 2005

Futuro promisorio

Que no quepa duda: el futuro de México es La Paz (¿captas?)...

martes, junio 07, 2005

Aturdir la soledad

Yo no soy poeta. Y sí, las compongo en el aire. So...

Hoy es suficiente
imaginarte así
minuciosamente descalza
terriblemente desnuda
con tus palabras pequeñas y
una flor atada en el tobillo
como si tu hogar fuera éste
en el que falta espacio
para los balcones
y las preguntas.

Hoy basta con revolver
con violencia los cajones
de esta habitación polvosa
y obscura —la memoria—
para inventarte, para
mitigar el olvido y
no volverme loco (¿no volverme loco?)

Pero entonces se abre
una herida en el aire
-hay cosas que poco a poco
nos van salvando la vida-
y todo esto es mentira:
y llueve de pared a pared
de ti sólo la ausencia
de mí sólo (solo) el deseo
y el deseo es precisamente eso:
lluvia, ausencia
[sed de ti.

domingo, junio 05, 2005

Por fin

La pregunta por el sentido de la vida, el universo y todo lo demás me ha agobiado desde siempre. Luego de haber dedicado intensos años a tan afanosa tarea, logré diseñar una compleja ecuación que calculara la respuesta a dicha pregunta. Tras procesarla por un larguísimo tiempo en los cerebros de silicio de mi laptop, he logrado llegar a una respuesta. Mejor dicho, a la respuesta. Ésta es 42. Ahora, je, comenzarán a caer las estrellas.

Sí. La idea me la volé de esta película genial, pero... ¿acaso no han escuchado la vieja buena nueva?: el autor ha muerto.

viernes, junio 03, 2005

Vale la pena!!

Invitación:
El viernes 10 de junio se realizará, en mi escuelita, una mesa redonda titulada "Autores, libros y lectores", coordinada por Carlos Guzmán Moncada. En ella participarán Luis Vicente de Aguinaga, Teresa González Arce y Felipe Ponce. Las hostilidades comenzarán a eso de las 12:45 pm. Al día siguiente, el sábado 11, Alain Touraine impartirá la conferencia titulada "Unidad y diversidad en los procesos de modernización", a eso de las once de la mañanita. Ambos eventos pintan super chidos. Si alguien le cae, pues sirve que nos conocemos.

Abur.

La dirección de mi escuelita es: Calle 5 de mayo, no. 321, en pleno Zapopan (cerquita del ISSSTE).

¡Válgame la virgen santa!

La designación de Carlos María Abascal Carranza como encargado de la política interna mexicana termina por cerrar la pinza de la cofradía (antes pareja) presidencial. Esa especie de sutura ontológica en torno de la Presidencia Inc. que inclina la balanza hacia la (extrema) derecha (del Padre) pone de relieve las intenciones de grupos ultra conservadores tipo Organización Nacional del Yunque para penetrar (¿más?) en la de por sí miope visión de Estado con la que se maneja este país. Entre el pío proyecto de nación de Martita (Vamos México y sus terribles derivados), un PAN que se presume de centro con Manuel Espino a la cabeza (y, ja, Daniel Cabeza de Vaca en la PGR o Ramón Martín Huerta en la Secretaría de Seguridad) y la adusta figura de Luis Felipe Bravo Mena en la embajada mexicana en el Vaticano, por enunciar sólo algunos ejemplos, el panorama se presenta, cuando menos, bastante oscuro. O mejor dicho: oscurantista. Pero lo más sabroso de todo ello es que las elecciones del 2006 han quedado en manos de la persona menos (con)fiable e (im)parcial: el queridísimo Inquisidor Abascal. No cabe duda: el contexto político es cada vez más invitante… Ajá (tongue in cheek).

miércoles, junio 01, 2005

Suertudas

No puedo dejar de pensar en la suerte de las moscas:

"What the hell am i?
Thousand eyes, a fly
Lucky then I’d be
In one day deceased"


AIC