domingo, febrero 20, 2011

La búsqueda

…Buscaba en todo aquello que (nos) ocurría una instancia, una vía que me permitiera el acceso a ése algo que es en mí más que yo mismo (y que quizá puedas ser definido como “tú”). Intentaba encontrar un signo en cada acto tuyo, de cada gesto mío, una clave que me indicara que la intuición de saberte desde antes, de reconocerte sin haberte visto previamente, era algo más que un vacío oscuro, más que una apariencia, que detrás de la inmediatez de lo concreto, de la distancia abismal que se abría entre nosotros, allá en el fondo, estarían una flor amarilla, un tobillo desnudo, o el color púrpura, y tu y yo de pie, de frente, cada vez más cerca, reconociéndonos, aceptando tácitamente que el camino recorrido conducía inevitablemente a este momento decisivo, a la brutal aceptación de que en efecto, las cosas eran así, tal como las habíamos pensado una y otra vez, que habían sido tantos rostros, tantas bocas, tantos cuerpos, pero siempre habíamos sido nosotros. Eterna búsqueda, intenso encuentro…