martes, mayo 30, 2006

Haciendo Memoria

Hace unos catorce años que tuve mi primer encuentro con Tool. Fue un viernes, después de medianoche. Intentaba domesticar el insomnio viendo un poco de televisión. Justo en ese momento terrible en el que uno está sumergido en ese sutil abismo que separa el sueño de la vigilia, sonaron los primeros acordes de Sober. En la pantalla apareció una especie de muppet monstruoso, un ser patético que provocaba al mismo tiempo unas infinitas compasión y repulsa, envuelto en la búsqueda de ese algo que no se sabe bien qué es, pero que interpela, que obliga a permanecer buscando. Para entonces, Rayuela ya era mi libro de cabecera (esa vieja primera edición cubana que estúpidamente le regalé a una europea desabrida), y la figura del perseguidor me acechaba minuciosamente. No pude, en consecuencia, más que identificar de alguna manera al Mesías de Sober con you know who. Entonces me sentí oscuramente iluminado. Así. Y no me había vuelto a pasar. Hasta ayer. En que escuché completito el 10,000 days, la más reciente producción de Tool (afortunadamente Cortázar está muerto). La experiencia fue brutal. Yo creía que a mi edad ya no.

Y sí.

Todavía.

No me gusta recomendar música. Así que esto no es una recomendación. Lo que sí puedo decir es que diez mil días es un album sumamente profundo, introspectivo. La ejecución es brillante en cada corte. Sin duda, será uno de los cds de referencia (en mi colección). Estoy seguro que igual que sucede con Undertow (el segundo disco de Tool), seguiré escuchando 10,000 days después de quince años con igual o mayor placer que ayer.

(Y todo esto sólo para dejar en claro que no tengo nada que decir, que la hinspiración me ha abandonado por completo).

lunes, mayo 29, 2006

Juegos de rutina

Somos animales de costumbres. Endurecidos. Y al mismo tiempo, somos trayectorias vagas de lo impreciso. Seres ablandados por la baba de tantos siglos que pesan sobre nuestros hombros. Pisadas húmedas en la arena. Rastros de caracol que se inscriben en el orden establecido. Rodajas de humo acomodaticias, de esas que rasgas fácilmente con un dedo. Tú, de tu lado del abismo. Yo, en medio de este imperio insulso de la nada. Del no ser nada. Del no querer ser nada. Escrituras automáticas plasmadas en un baño público. Cuando mucho. Obras de arte dibujadas en el aire. Es cierto: digo Tú o Yo, ustedes, nosotros, pero ¿quién es este tú y quién es este yo del que hablo? No son Nadie. Nada más que las irrupciones de una metáfora en un texto terriblemente limpio. Metástasis del uno mismo. Retruécanos apesadumbrados todos. Didácticas que no enseñan más que los límites de la ignorancia. Paréntesis. Aperturas hacia lo infinito. Hacia lo otro. Inacabados. Puntos suspensivos abismales, que conducen a ningún lugar. Ojos cerrados. Precipitaciones abruptas hacia un interior que descubrimos vacío. Sillones elegantísimos en medio del desierto. Alegrías de bolsillo, desechables. Pañales sucios. Un camión lleno de marranos, rodeados de más y más marranos. Y quizá por ello es que nos queremos tanto.

miércoles, mayo 24, 2006

¡Cuidado!








Todos sabemos que éstos son hombres pequeños [sobre todo de mente, es decir, son ínfimos en propuestas]. Terriblemente pequeños. Precisamente por ello es por lo que representan, sin duda, un peligro para el país. Si no me crees, compruébalo por ti mismo. Aquí están sus plataformas electorales. Analízalas e interrógate dónde entras tú dentro de sus "proyectos de nación" (?). Entonces te darás cuenta de algo que supongo ya intuías: que el entorno político del país parece una carpa de circo. Como dice el buen amigo Luis Chaves: en el centro de la pista hay un hombre desnudo (i. e. el ciudadano común y corriente), y las butacas están repletas: de payasos (i. e. de políticos). Recordemos que lo cómico emerge justo en el momento en que la situación es tan terrible que sobrepasa los límites de lo trágico. Y la nuestra es horripilantemente jocosa.
Ja. Ja. Ja.
PD.
Por supuesto, frente a lo anterior sólo quedan dos vías. Yo ya tengo decidida la mía. ¿Y tú?