miércoles, marzo 28, 2007

martes, marzo 27, 2007

En favor de nada

A pesar de que suena como un lugar común, no cabe duda que el campo político mexicano está atravesado por fuertes transformaciones. Esto se entiende mejor si se toma en cuenta que muchos de los aspectos pertenecientes al ámbito de lo íntimo, de lo personal y privado, se están tornando —cada vez con más fuerza— en parte de la agenda pública. El tópico más reciente con respecto a ello, es el aborto (y apenas unos días antes las preferencias sexuales estaban en el centro del debate). Frente a esto, es difícil no tener una postura. Yo, por ejemplo, si fuera mujer, sé de cierto que no recurriría a ello, sin importar las circunstancias. Sin embargo, estoy a favor de que cada quien decida por sí mismo. Sobre todo en lo que refiere a tu propio cuerpo. Desde esta perspectiva, resulta tentador calificar los reclamos de la jerarquía católica como fascistas, puesto que intentan imponer sus puntos de vista sobre el resto de los mexicanitos y mexicanitas, por vida de dios. En última instancia, nos permiten ver el verdadero rostro del régimen, ya que desvelan el la farsa democrática en la que estamos inmersos.

Sin embargo, adoptar una postura así, de movilización social, contestataria y radical en apariencia, es la salida fácil, el posicionamiento cómodo. De hacerlo así, lo único que se logra es legitimar al sistema (observa lo que le pasó al Peje). El verdadero radicalismo estaría en alejarse de la situación, en recular, en el retorno a lo íntimo, en —insisto una vez más— plegarse a la más rigurosa ortodoxia individualista. Recordemos que uno de los mayores lugares comunes (en la literatura relativa al caso) remite a la idea de que aún el posicionamiento más apolítico y distanciado tiene un marcado componente político. Esto es: aún cuando decidamos apartarnos por completo de la vida política, estamos adoptando una postura frente a algo que nos interpela. Lo anterior condensa en sí el núcleo temático de la más pura actividad política. No cabe duda que en nuestro país es urgente contar con un manual que nos enseñe cómo estar a favor de nada.

(y qué hueva me doy cuando escribo).

miércoles, marzo 07, 2007

Au Revoir


Uno más que muerde el polvo. (Zizek, don't die on me, yet).

martes, marzo 06, 2007

Frente al espejo

Antes, hace unos meses, la escritura era para ti como una compulsión, como una sed (de neurosis) inacabable que quemaba, que te obligaba a vomitar letra tras letra hasta quedar vacío. Sacabas las grandes palabras de sus cajoncitos, las sacudías, las empequeñecías al escribirlas en minúsculas, las reducías a su mínima expresión. Y te gustaba. Vaya que te gustaba. Antes toda página en blanco era un desafío, una invitación propiciatoria a atravesar los límites de cualquier campo; representaba la Única Pureza que valía la pena pervertir. Hoy hasta escribir tu nombre te cuesta trabajo. Todo lo que escribes apesta. Carece de sentido. Es una lástima. Una verdadera lástima. Llenas párrafos enteros (como éste) de caca. De nada más que caca. ¿Acaso no te da vergüenza? Antes veías una escalera y la metaforizabas. Un ventanal era la frontera que te permitía definir el adentro y delimitar lo que ocurría afuera de ti mismo. Hoy, una escalera es sólo una escalera. Una ventana es sólo una ventana. ¿Y tú? Un títere de traje y corbata que sólo se dedica a firmar papeles y a sonreír. ¡A sonreír! Hueco. Vacío. Falso.

Y sin embargo.

Y sin embargo está Naila. Y estoy seguro que pronto no hablarás más que de ella.

Ya lo verás.