"El verdadero escritor no puede estar gordo porque la gordura, si no proviene de una enfermedad, revela autocomplacencia y dejadez; cualquier signo de autocomplacencia deteriora la escritura. Debe uno vigilar la gula, los momentos de relajación, y acabar con ellos cuando aparezcan, de golpe, sin miramientos —debe aprender el placer de tener el estómago ligero, que es más grande que el de rellenarlo".
No es mi intención iniciar una polémica. Pero al leer lo anterior, no pude menos que, en tanto gordito bonachón, dejar un mínimo comentario. Palabras más, palabras menos, escribí lo siguiente:
¿Realmente el ethos de la escritura es estético? Si en la literatura hubiese un centro ontológico al cual aferrarse sería, quizá, el patetismo (la dejadez, pues) y no el esteticismo grecoromanizado tipo Brat Pitt, como parece plantearlo Solus Ipse. Dicho patetismo trasciende toda estética, y sobre todo, toda estética equiparada a la dejadez y la relajación. La gula, y todos los demás excesos son fuente inagotable de inspiración artística. Prueba de ello son las cientos de obras hechas en todas las épocas y lugares. Un esteticismo cuya pragmática es universalista raya en lo polivocezco: es como decir que el amor es una cosa esplendorosa, y equipararlo con que la policía siempre en vigilia (as in "el verdadero escritor no puede estar gordo"). El verdadero escritor, si tal cosa existe, se sitúa en los márgenes del todo social y desde allí se ve a sí mismo, y condensa, en su obra, lo que ve y experimenta. Ello sin importar si la cintura le mide más de noventa centímetros, o si tiene cuadritos en el abdómen. Hay que recordar que no todo lo que sale en la televisión es cierto: el culto al cuerpo no es el culto de la literatura. El ascetismo no es, ni siquiera, una condición necesaria para quien quiere escribir. Más bien al contrario: la autocomplacencia enriquece la literatura. Caray, es que tal como lo plantea Solus Ipse, ahora resulta que para ser un buen escritor hay que mantener la línea (y no precisamente en un sentido ideológico). Si yo fuera un verdadero escritor [whatever that means] estaría muy ofendido. La literatura no es, por ningún motivo, una condición objetiva atribuible a las personas. Es, más bien, todo lo contrario. No humillemos a la literatura: no hagamos de los y las escritoras (flaquitos, gorditas, pelonas, chaparras, altos, etc.) unos tigres reducidos al vegetarianismo.
Por favor.
2 comentarios:
Aaaaaaaaaaaaahhh! Con razón lo de hoy en la mañana panzón... Oh! Y como comentario al margén, estoy escuchando a "Deicide"... Porque?... Porqué se me antojo! MFCL!
jajaja, que comentario tan gracioso aquél de que los gordos no son verdaderos escritores, es tan gracioso que simplemente no puedo tomarlo enserio, jaja, no puedo!!.
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