martes, mayo 11, 2004

Instrucciones para leer estas instrucciones para leer

Abra los ojos y concéntrese [sólo un poco]. Si requiere de algún adminículo que le facilite la lectura [lentillas, anteojos, etc.]colóquelo en la posición adecuada y en el sitio correcto [si requiere ayuda acerca de cómo hacer lo anterior, remítase al artículo Instrucciones para colocarse los lentes]. Si es usted occidental, comience por la parte superior izquierda de la hoja [con relación a su punto de vista]. Centre su atención en el primer símbolo o figurilla. Vincúlela con la siguiente. Siga así, sucesivamente hasta que forme un constructo mayor [conocido también como palabra]. Debe hacer esto con rigurosa meticulosidad. Verá como poco a poco se van formando diversos constructos a los que una vocecilla en su cabeza [no se preocupe por esta voz tan parecida a la suya: es bastante normal] irá uniendo para formar frases o enunciados. La propiedad asociativa de estos enunciados resulta sorprendente al principio, pero ya se irá acostumbrando.
Recuerde que en la lectura es necesario atender a ciertas reglas [pero no se preocupe, casi sin que se de cuenta, tales reglas pasarán a formar parte de su conciencia práctica y se someterá a ellas sin rechistar]. Por ejemplo, siempre que se encuentre con un signo como este , detenga brevemente la lectura, justo como lo hizo hace un momento, y ahora lo acaba de hacer otra vez. Va usted muy bien, felicidades. Otro de los signos que indican una pausa es este ·, y este también ; … Huelga decir que la lectura también es un proceso físico muy delicado. Por eso, a estas alturas ya debió haber parpadeado, cuando menos, una vez. Si no lo ha hecho, apresúrese porque corre peligro [si requiere indicaciones para ello, busque la próxima aparición del manual Instrucciones para parpadear]. Después de haber humedecido un poco sus ojos, retome la lectura justo en este punto. Recuerde que, por otra parte, la lectura es, además, un proceso reflexivo y apantallador. Por ello, este puede ser un buen momento para llevar a cabo un ejercicio de pose: lleve su mano izquierda a la altura del mentón, y emita un sonido de duda o escepticismo. Sí, justo así: le salió perfecto.
Tome un sorbo de café [o cualquier cosa que esté bebiendo] y termine la lectura justo en este punto. Que termine. Ya. Hey… no siga. Esto se acabó… Fin.












Está bien… Si usted siguió leyendo entonces intenta transigir. Siempre y cuando sepa que hay ocasiones en que hasta la transgresión aparentemente más subversiva puede estar legitimando un orden, etcétera. En ese caso, le tenemos algunas sugerencias: voltee la hoja de cabeza y léalo de la forma en que acostumbra [de izquierda a derecha]. O con el texto en posición normal, lea de derecha a izquierda, o en diagonal. Verá que el sentido de las frases toma dimensiones insospechadas. Por último, le recomendamos un ejercicio delicado pero estimulante: recorte minuciosamente cada una de las letras aquí escritas. Introdúzcalas en una pequeña bolsa de terciopelo dorado, y extraiga con cuidado, lentamente, letra por letra, cada letra, todas las letras. Acomódelas sobre un paño azul cielo [ese color da el mejor contraste], una letra a la vez. El formato es libre y puede ser mixto: de izquierda a derecha, de arriba abajo, en diagonal, etc. Lea lo que ha escrito y aléjese un poco. Repita lo siguiente: «concubia nocte». Cierre una vez más los ojos, piense en un globo rojo que se eleva sobre un fondo verde. Recuerde que Cortázar es contagioso, y no siempre termina uno bien. Ya ve, lector, no vaya a acabar escribiendo usted una barrabasada como la que acaba de leer.

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