lunes, mayo 23, 2005

Horror Vacui

Llevaré un rato despierto antes de que suene la alarma del reloj. Buscaré a tientas, en el buró de la izquierda, mis anteojos. Los colocaré en su sitio. [Adiós miopía, hola mundo con perfiles definidos. Pero ¿acaso ver el mundo es bueno? ¿Qué la miopía no será una bendición?]. Me levantaré y me pondré encima la misma camiseta que habré dejado tirada en el piso la noche anterior. Luego los calzoncillos. Bajaré, descalzo, hasta la cocina para cumplir con el viejo ritual de siempre: moleré el café, sacaré el filtro del cajón, lo colocaré en su sitio, verteré agua en la cafetera, la encenderé. Preparé las tasas. El piso estará frío, pero aún así me quedaré un largo rato contemplando cómo caen las gotas ocres. Lento, una gota caerá, otra. El olor inundará todos los rincones de la casa. Afuera el silencio será cada vez menor. Los autobuses pasarán cada vez de manera más frecuente. La vecina de al lado comenzará a gritarle a los niños para que se levanten, porque que ya es tarde y tendrán que ir a la escuela. En la casa de espaldas comenzará ese sonido que, a pesar de serme ya tan familiar, aún no habré logrado identificar. Encenderé la radio que está en la cocina. Escucharé, sin prestar demasiada atención, las noticias. Subiré y repetiré la operación, pero esta vez le tocará el turno a la televisión. Un rato después, el café estará listo. Habrá que ir a servirlo, negro por favor. Gracias. Regreso a la habitación tasa en mano. Al pasar, noto algo raro en el espejo, pero no le doy mayor importancia. Pienso en lo que tengo qué hacer el día de hoy. Bebo un sorbo. Otro. Saboreo el líquido con placer. Coloco la tasa en el buró. Pero, descuidado como siempre, se me resbala de entre los dedos. La tasa se precipita al suelo, cae al vacío irremediablemente. Cierro los ojos por instinto, esperando el crash que anuncia un terrible derramamiento, la posterior y necesaria limpieza, el inicio de un día pésimo y… nada. Se hace un silencio pasmoso alrededor. Me envuelve. Pareciera como si todo se hubiese quedado quieto por un instante. Pienso en algo como un bache de silencio (no sé explicarme mejor, me faltan palabras). Luego, los sonidos vuelven a entrar al orden establecido: la televisión frente a mí; el radio abajo; los autos afuera. Pero la tasa está suspendida en el aire, con el café a medio vaciar pero sin tocar el piso. Permanezco unos instantes observando la escena. Camino alrededor de la tasa. Toco el líquido y éste sigue como tal, no se ha endurecido ni nada por el estilo. Incluso está caliente. Es como si hubiera quedado atrapado en una bolsa de tiempo o algo así.

De esto hace dos meses. Ya no sé qué hacer.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

1. Ponte calectines, tanto tiempo descalzo da frío.
2. Lame el café suspendido , calientitio, te dará luz al cerebro la cafeína.
3. Disfruta que puedes quedarte quieto y no tener que proceder a nada, porque todo está detenido. Usate para pensar.
4. No desees nada, déjate estar suspendido.
5. Date cuenta que quizá estás instalado en el lugar de la eternidad, como vampiro.

libréluna dijo...

Señor Igor; ahora entiendo su repentina ausencia prolongada por estos lares, le felicito por la suspención temporal, corporal mas no mental, todo puede detenerse menos la mente, aunque haya sonado a libro barato de superación personal. Muy chido, tiene un ritmo muuuy chido. Bien!

Ernesto Rodsan dijo...

Qué puedes hacer pos no sé. Pero que chingón que no se haya tirado el café. Y By the way, no fue el amor el origen del mal, sino fue el apego. Saludos.

Chrontázar dijo...

(nota de mamón literario): "y le pido a Dios un año para terminar mi obra, al momento del fusilamiento, todo se detiene: cambio diálogos, los personajes quedan definidos y así, cuando el actor dice la última frase la abeja sigue zumbando, y la bala inexorablemente, se dirige hacia mi". Así más o menos lo cuenta Borges (que no José Luis Borgues, el escritor de novelas, claro), y la neta es que no me acuerdo del nombre del cuento (la desmemoria es una virtud de la intelectualidá actual).
Bello cuento, saludos...

Eowyn Zirbêth dijo...

Jajajaja.

Tristán dijo...

Intenta beberlo. Quizá vuelas. Vuelas!!!

Anónimo dijo...

¡¡¡No estoy sola!!!, a mí también me suele ocurrir eso de la suspensión del tiempo. Es chido saber que habemos más locos en este mundo. Bienvenido.