martes, julio 12, 2005

Estos días...

Lluvioso (pero ¿acaso hablo del clima, de mi estado de ánimo o de ambos?). Más allá de cualquier estúpido cliché bohemio, es evidente que la falta de sol, la humedad, el color gris que reina en la atmósfera, tienen algo que ver con esta especie de inquietud que se me cuela por los ojos (¿o que quizá se me escapa por los ojos?). ¿Acaso soy feliz sintiéndome triste? No lo entiendo. No sé por qué estos días me hacen sentir confortable, es como si hubiera una relación transparente y aproblemática entre todo aquello que me rodea y esto que soy yo mismo. Sé que es una ficción, pero con una taza con café siempre a la mano, un poco de Jelly Roll Morton, Nina Simone o Bessie Smith, el mundo se va acomodando de a poquito. Frío afuera y frío adentro, todo encaja, va cayendo (¿cayendo?) en su lugar. No cabe duda, estos días lluviosos vienen a ser como espacios de refugio que permiten sustraerse y tomar distancia incluso de uno mismo. Adiós cordura. Por fin.

5 comentarios:

Ernesto Rodsan dijo...

es curioso como atribuimos sentimientos al clima. A mí particularmente me gusta los días y las noches de chipi, chipi, porque me hacen recordar vidas pasadas en su sentido más literal.
Saludos mi buen

Anónimo dijo...

Mimetizado, confundido entre el afuera y el adentro, que por fin se asimilian y encajan.

Enigma dijo...

Animo, si te la pasas llorando, no veras las estrellas.


El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Anónimo dijo...

Coincido contigo, la lluvia, el frío, la sensación de la brisa sobre la cara; incluso el olor a tierra mojada. Son todas ellas fascinantes, y también me provocan una melancolía enajenante. Estos días de lluvia son los más apropiados para ese cliché bohemio.

Anónimo dijo...

Cuando me senté por primera vez en aquel duro sillón del consultorio del psiquiatra comprendí las reglas del juego: se trataba de «ponerme a distancia» (de mi misma) para tratarme como un objeto analizable (como si eso fuera posible) y, con eso, poder ponerme en orden y volver a la normalidad.
Pero también conozco otra forma de «ponerme a distancia» sin que ello conlleve la intencionalidad de devolverme la cordura; incluso, hasta podría decir que esa ES mi locura. ¡Oh!, pero no he usado la frase adecuada porque, en ese caso, si no sé cuál soy yo, ¿cómo podría saber de quién me distancio? ELLAS no me lo permiten...me confunden. Tal vez sería más adecuado decir: no es que (yo-uno) me ponga a distancia de otra (yo-uno) que sigo siendo yo; sino que somos varias las que coexistimos en un mismo cuerpo. Pero no alejándonos las unas de las otras, sino poniéndonos a distancia (todas) de la cordura.