miércoles, mayo 02, 2007

Sí. Soy un intolerante

Laclau siempre está insistiendo en que debería ser más tolerante. Y yo, como siempre, me monto en mi macho y por supuesto, nunca le hago caso. ¿Por qué? Pues porque la tolerancia no es sino un eufemismo que tiende a enmascarar la tibieza de aquellos que no se atreven a adoptar una postura. En este sentido, hace unos días, publiqué un post relativo al aborto. Un estimado anónimo furioso me puso en la sección de comentarios lo siguiente:


“Que facilmente demagógicos tus argumentos... y que falsos...

«Que las mujeres puedan decidir»... que la iglesia defiende su poder... ¡¡¡PAMPLINAS PROGRESISTAS DE IZQUIERDAS PARA JUSTIFICAR LO INJUSTIFICABLE: EL ASESINATO DE INOCENTES.
Si ser progresista consiste en defender lo indefendible... prefiero no serlo”.

Desde luego, después de que dejé de reírme a carcajadas, le contesté por el mismo medio en estos términos:

Estimad@ anónim@: Primero, habría que conocer lo que significa demagogia. Palabras más, palabras menos, ésta remite a aquellas estrategias que interpelan a las emociones (tales como la culpa) de los sujetos para ganar el apoyo popular. You do the math. Ahora, no basta parafreasear a Lucerito para contradecir un argumento que, sin duda, es fácilmente demagógico. Ojalá y para la próxima le eches más ganas ¿sale? Yo sé que puedes. Ah, y una última pregunta ¿cómo se le llama a aquel que tira la piedra y esconde la mano?

Y ¡bum! Que se enoja más. Entonces, me escribió lo siguiente, a lo que iré contestando intolerantemente, punto por punto, para ponerle punto final a este comadreo que la verdad, me da harta flojera:

Pues como decimos en el foro “Ya que te gusta el arroz con leche…por debajo de la puerta te paso un ladrillo”:

Demagogia: Según la definición del DRAE: Uso político de halagos, ideologías radicales o falsas promesas para conseguir el favor del pueblo (en este caso el beneplácito de tus lectores).

Exacto, estimado anónimo. Eso es precisamente lo que está haciendo la Iglesia, al apelar a la culpa de los pobres cristianos, para posicionarlos en contra del aborto. Recuerda que quienes promueven la despenalización son transparentes en sus argumentos (y para colmo, aluden a la ciencia, mi estimado). Me acusas de demagogia y sí, estás en lo cierto. Es más, te lo tomo como un cumplido. Excepto por la partecita donde me dices que lo hago para beneplácito de mis lectores (que por cierto, son a lo mucho dos o tres). Ahí estás errado completamente. Y tú mismo eres la prueba viviente de ello: aunque sea una vez, pero me has leído, estimado, y hasta donde entiendo, no te solazas ni disfrutas ni apruebas mis opiniones. Luego dices:



“Y al final de tus argumentos, que contradigo repitiendo el término PAMPLINAS que tanto te ha gustado, no se desprende otra cosa que:


a.- radicalismo, pues tal es la invocación al miedo a perder su poder por los que llamas jerarcas de la Iglesia católica.

b.- halagos , pues tal es la invocación al derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos con olvido de que el nasciturus es desposeído de todo derecho)

y c.- falsas promesas ---o más bien falsas conclusiones--- pues no es de recibo la ecuación que formulas según la cual si se deja a las mujeres decidir sobre sus cuerpos todos podrán decidir sobre lo que conviene o lo que no)

Radicalismo, halagos o falsas conclusiones tendentes todos ellos a lograr el beneplácito de tus lectores hacia tus posiciones ideológicas.

Por cierto tu contracrítica responde a los tics propios de la descalificación del adversario (“..en la próxima échale más ganas…yo se que puedes…” o “¿Cómo se llama quien tira la piedra y esconde la mano?” recriminandome el comentarte como anónimo, cuando en tu blog tan solo te identificas como IGor…) actitud tendente a la elusión de la crítica, muy propia del progresismo dogmático intolerante de la izquierda radical al que tan acostumbrados estamos quienes mantenemos posiciones ideológicas diferentes.

Insisto, si por progresismo entendemos defender lo indefendible y argumentar no esencialmente sino instrumentalmente, prefiero no ser progresista.

Efectivamente en tu escrito los argumentos favorables al aborto son meramente utilitaristas, pues no defiendes el aborto en su propia esencia sino por lo que tu valoras de utilidad “liberadora” de su implantación.

Insisto: PAMPLINAS, que según el propio DRAE significa TONTERIAS”.

En a.- me acusas de radical y más risa me da. Pregunta a quienes me conocen: soy la persona más conservadora del mundo. Quizá más que tú. La única diferencia es que me guío por la razón y no por el oscurantismo religioso y dogmático al que pareces aferrarte. Estimado, sería más sencillo y responsable reconocer que, en definitiva, no existe dios. De ahí en adelante, la vida es más fácil. Trata y verás. Así, no tendrías este tipo de conflictos internos.

En b.- ¿Halagos? [más risas]

En c.- ¿Falsas conclusiones? Me malinterpretas. No estoy apelando a la anarquía total, en la que cada quién hace lo que le pega la gana. Más bien al contrario, lo único que señalo es la necesidad de cumplir y hacer cumplir la ley. Y entonces sí, que gente como tú, se preocupe por decidir entre abortar o no abortar, apelando a sus propios valores y creencias. Siempre bajo el marco de la ley. Lo otro, el argumento anarquista, es propuesto por ti y los tuyos de manera totalitaria, queriendo imponer sus creencias a como de lugar. Y no se vale. Simplemente no.

Por lo demás, en cuanto a mi anonimato, en más de una ocasión he publicado aquí mis datos. Sin ir más lejos, aquí abajito aparece un link que dirige hacia un artículo mío que apareció en la Gaceta Universitaria. Ahí están mis nombres y apellidos. Estoy a tus órdenes para lo que se te ofrezca. Con respecto a lo que dices de tics y eso, pues ¿qué puedo hacer sino reir?




7 comentarios:

Anónimo dijo...

Me considero lectora tuya puesto que paso por acá con cierta regularidad pues me gustan algunos de tus escritos, pero creo haber mencionado con cierta sutileza (jeje) que hay algunos textos con los que no coincido, así como no coinciden algunos otros y otros lo hacen completamente (libre albedrío?).
Respecto a los últimos escritos sobre el aborto, si los leí pero me abstuve de opinar a la ligera porque no es un tema fácil, quería decir muchas cosas y no tenía tiempo de ordenarlas y postearlas; ahora que tengo un poco de tiempo quiero decir que me llamó la atención leer: “...en unos meses me convertiré en padre. Y estoy completamente cierto que jamás, jamás, me hubiera perdido de esta experiencia.” Me hizo clic el “jamás, jamás” quizá porque soy mujer y no podría aseverar con tal seguridad que jamás, jamás lo haría, aunque si bien ya no soy una adolescente, se cuidarme, y no sólo de un embarazo no deseado, pero el riesgo existe y muy probablemente yo tampoco me perdería esa experiencia pero me pongo a pongo a pensar en diferentes situaciones en las que quizá sí lo hubiera hecho si hubiese sido el caso, pienso en otras mujeres que simplemente no están preparadas para ser madres, sea porque son apenas adolescentes, sea porque no pueden ni con ellas mismas, sea porque están psíquicamente imposibilitadas para hacerlo, pueden ser muchos y muy variados lo motivos que lleven a una mujer a abortar y casi puedo asegurar que ninguno de ellos le brinda la seguridad y paz que algunos piensan, el abortar no es simplemente ir al sanitario y tirar la caca que traemos, nos implica individualmente, nos mueve cosas y cambia muchas otras algo así como cambian cuando se tiene un hijo, y eso sin meternos a rollos religiosos.
Yo tampoco promuevo el aborto, creo que siempre será mejor la prevención, pero también en la prevención se mete la iglesia y al final ni se previene ni se cura. Entonces, qué se debe hacer? Porque según la iglesia la única opción viable es la abstinencia, pero creo que es la última en la que se piensa, si acaso se piensa.
Lo que nos queda es la tolerancia, sí la tolerancia!
La tolerancia, del latín tolerare (sostener, soportar), es una noción que define el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral, civil o física. Más generalmente, define la capacidad de un individuo de aceptar una cosa con la que no está de acuerdo. Y por extensión moderna, la actitud de un individuo frente a lo que es diferente de sus valores.
La noción de tolerancia se aplica a numerosos dominios:
· la tolerancia social: actitud de una persona o de un grupo social ante lo que es diferente de sus valores morales o sus normas;
· la tolerancia civil: distancia entre las leyes y sus aplicaciones y la impunidad;
· la tolerancia según Locke: "dejar de combatir aquello que no se puede cambiar";
· la tolerancia religiosa: actitud ante las confesiones de fe diferentes;
· la tolerancia técnica: margen de error aceptable, o capacidad de resistencia a una agresión.

http://es.wikipedia.org/wiki/Tolerancia_social
En todas sus acepciones, no creen?

No creo que la tolerancia sea un eufemismo para enmascarar la tibieza de aquellos que no se atreven a tomar una postura. Habemos quienes tenemos clara nuestra postura y somos capaces de defenderla, pero no por ello a la menor provocación vamos a meternos en discusiones de comadres que al final dan harta flojera

Creo que ya dije mucho y como siempre que hago eso me pierdo (jeje) ya sólo diré que gracias a dios (y vaya que no creo en su existencia) existen las diferencias entre nosotros así puede haber quienes puedan promover leyes que traigan cambios en la sociedad.

Por último una frase que utilizo con cierta frecuencia: “el que tu no lo hagas no significa que yo no pueda hacerlo y viceversa”

P.D. Felicidades por tu próxima paternidad y hazle un poco de caso a Laclau ;)

Saludos

Igor dijo...

Admirable tu respuesta, querida Lola. Definitivamente admirable. Creo que diste en el punto exacto, y lograste resaltar el quid de la cuestión. Definitivamente, no creo poder expresar mi punto de vista mejor de lo que tú lo has hecho. Mis respetos, estimada. En verdad. Y ya sabes, se te espera por aquí siempre.

David Temper dijo...

Un buen flame war cae bien de vez en cuando jejee

Este miercoles 9 se presenta Ars Antiqua (música sacra medieval circa siglo XIII) en la basílica de Zapopan, entrada libre.

Si la ley se aplica no importando la religión (estado laico), no debe exigir principios de una religion específica, no importando que la mayoría parezca pertenecer a esa religión. Y digo parezca porque "del dicho al hecho..."

Anónimo dijo...

Estimado profesor Gonzalez:

Ante todo te aseguro que no hay furia ni enojo en mis palabras, sino tan solo intento de polémica intelectual, no contestada, en relación con las tuyas, por lo que, por mi parte, no cabe ponerle punto final a este comadreo, aunque te dé harta flojera.

Por otra parte permíteme que continúe amparado en el anonimato.
Mi personalidad, aún siendo español y no mejicano, alejado por tanto de los círculos de tu influencia social (que desconozco salvo en cuanto a tu faceta de profesor universitario) no viene al cuento.
Tan solo algunos apuntes biográficos.
Soy español, residente en Madrid.
Fui profesor universitario, hace ya bastantes años, como tu lo eres ahora, de Derecho Constitucional y Teoría del Pensamiento, aunque ya casi no me acuerde del olor de las aulas.
Soy escritor, ensayista y abogado, por orden de amor a mis preferencias, aunque dedique mi tiempo hoy más a mis negocios que a mis pensamientos.

Hecha esta breve introducción, te digo:
De tus reiteradas invectivas solamente llego a la conclusión de que, en el contexto de esta polémica, la risa, como argumento, es el más intrascendente de los argumentos, pues no aporta nada que pueda contribuir a contradecir los argumentos que te he expuesto.

Efectivamente la hilaridad que veo que padeces o que tratas de explicar a los demás como respuesta a mis argumentos, sólo permite adivinar una posible debilidad argumental que no sabe, no quiere o no puede contradecirme.

Dices que Laclau, a quien no tengo el honor de conocer, siempre está insistiendo en que deberías ser más tolerante. Y que tu, como siempre, te montas en tu macho y por supuesto, nunca le haces caso. ¿Por qué? Pues porque, según tu, la tolerancia no es sino un eufemismo que tiende a enmascarar la tibieza de aquellos que no se atreven a adoptar una postura.

Y a eso lo llamo yo radicalismo, que no es incompatible con el conservadurismo de que haces gala; También se puede ser radicalmente conservador.
Volviendo al DRAE, al que como verás recurro frecuentemente para precisar los términos semánticos de la discusión, radical es toda postura tajante, que no admite términos medios, tal y como es la tuya, que tu llamas intolerante y que yo he llamado radical.

Como único argumento, o más bien descalificación de los míos, me dices que la diferencia ---entre tu y yo--- es que tu te guías por la razón y no por el oscurantismo religioso y dogmático al que te parece que me aferro.

Para concluir diciéndome que:

“Sería más sencillo y responsable reconocer que, en definitiva, no existe dios. De ahí en adelante, la vida es más fácil. Trata y verás. Así, no tendrías este tipo de conflictos internos.”

¿De verdad piensas que ese tipo de excreciones mentales, absolutamente dogmáticas, tienen la categoría de argumento?

Yo, sinceramente, me planteo en muchas ocasiones si Dios realmente existe o no. El hombre es posiblemente el primer argumento de mis descreencias… pero si Dios existe o no es cuestión filosófica que excede a nuestro discurso. A mi me basta con analizar el mundo y tratar de no banalizar con cuestiones existenciales.

Y ya, para culmen de despropósitos, afirmas:

“No estoy apelando a la anarquía total, en la que cada quién hace lo que le pega la gana. Más bien al contrario, lo único que señalo es la necesidad de cumplir y hacer cumplir la ley. Y entonces sí, que gente como tú, se preocupe por decidir entre abortar o no abortar, apelando a sus propios valores y creencias. Siempre bajo el marco de la ley. Lo otro, el argumento anarquista, es propuesto por ti y los tuyos de manera totalitaria, queriendo imponer sus creencias a como de lugar. Y no se vale. Simplemente no.”

Afirmación que efectivamente merecería un tratado aparte ---una especie de tesis sobre el despropósito---, pero que voy a tratar de rebatir en pocas líneas.

Según tu afirmas se trata de “cumplir y hacer cumplir la ley”, y con eso lo solucionas todo desde un equivocado positivismo que equipara “ley” y “bien”, cuando esa correlación no siempre es cierta.
Te recuerdo aquí, tan solo, la afirmación del librepensador norteamericano Henry David Thoreau, padre del concepto de desobediencia civil, para quien el Estado, en ocasiones, dicta leyes injustas frente a las que el ciudadano libre ---y con principios morales añadiría yo--- debe oponerse incluso si ello le lleva a la cárcel, pues en ocasiones, ante leyes injustas, el único lugar adecuado para el hombre justo es la cárcel.

Por otra parte caes en el nihilismo y en el relativismo más absoluto, que se dan la mano en tu retahíla sin pudor alguno.

Ya nos castigaste con la frase:

“Si dejan a las mujeres decidir sobre su cuerpo, pronto el resto podrá decidir sobre lo que le conviene y lo que no.”

Y ahora lo haces con la afirmación:

“Que la gente se preocupe por decidir entre abortar o no abortar, apelando a sus propios valores y creencias. Siempre bajo el marco de la ley”

Es decir, que según tu habría que relegar el campo de los valores y los principios a la esfera de lo privado, y que en la esfera de lo público el principio aplicable sea que todo vale con tal de que sea legal.

De lo que no te das cuenta, querido profesor, es de las implicaciones que afectan a figura tan sensible como lo es la del aborto.

Hace poco leía un interesante artículo del Profesor de la Universidad de Lovaina Michel Schooyansen en el que se afirmaba que la política proabortista en los países del llamado tercer mundo era una de las constantes de la política malthusianista promovida por la ONU al servicio de los intereses de los países del llamado primer mundo.

La tesis es que los crecimientos excesivos de población en los países tercermundistas preocupan a los países desarrollados por las servidumbres que tales incrementos de población les imponen, en forma de necesarias ayudas al desarrollo, control de la emigración, aumento del consumo de alimentos o materias primas en aquellos y en detrimento del consumo en las sociedades desarrolladas, etc… y que por lo tanto sería necesario reducir de forma drástica sus índices de natalidad, para lo que es preciso defender conceptos que si bien en principio pudieran ser justificables o incluso defendibles, se mezclan en un tutum revolutum muy satisfactorio a tales fines, como el aborto, el divorcio, la integración de la mujer el mercado laboral, la defensa de la homosexualidad, la defensa de modelos de familia alternativos a la familia tradicional, la eutanasia, etc, etc…

Y no porque tales conceptos sean “liberadores” de los individuos oprimidos, o favorables a su realización como personas ---lo que realmente les trae sin cuidado--- sino porque con su implantación o desarrollo se frenaría la natalidad en el tercer mundo, y ello en beneficio del primero.
Y que conste que esto no lo digo yo, sino la propia ONU, que en las conclusiones de las Conferencias de la FNUAP (Fondo de Población de Naciones Unidas) desde 1994, recogen postulados tan discutibles como la afirmación de que “La educación y emancipación de las mujeres son medios para lograr la reducción de la natalidad”

Si te interesa te mando copia de un ensayo escrito hace algún tiempo sobre las falacias del malthhusinaismo.

Querido Profesor, en conclusión, como te dice Lola en su respuesta publicada en tu blog, hazle más caso a Laclau y de paso yo te aconsejaría que le des una vueltecita a tus argumentos favorables al aborto ---que aún no conozco por mucho que alegues incluso “razones científicas” que no llegas a concretar--- y a lo peor llegas a la conclusión de que no eres sino un peón más al servicio de los intereses de los más materialistas neocon de las sociedades de aquel llamado “primer mundo”.

Otro Laclau, no sé si será el mismo que tu mencionas ---el mío se llama Ernesto--- nos dice que la política es un universo en el cual las reglas del juego son constantemente puestas en cuestión, lo cual nos lleva inexorablemente a un universo mucho menos pacífico, pero también mucho más real, en el que el antagonismo es la esencia del propio concepto de Sociedad.

Y nuestra plática no es sino muestra de ese vivificador antagonismo.

El resto siguen siendo PAMPLINAS.

Y ahora, amigo, discrepa, argumenta y por favor, no sigas deslizándote por el facilón recurso de la burla o las descalificaciones.

Seguro que tu también puedes más.

libréluna dijo...

Tengo 3 años leyendo y releyendo tu blog, casi siempre ha habido eco de aquí para allá y cuando me he sentido más desalentada, con menos bríos para seguir escribiendo, basta con echarme un clavado a rencoria y siempre ocurre algo, nunca me salvo.

El tema del aborto me da mucha flojera. Si bien practicarlo en mi sería un acto de traición a mi misma. Creo, finalmente que es una decisión individual. Si me pusiera en plan víctima podría decir que "es un pretexto más de los hombres para evitar enfrentar sus responsabilidades"; si me pusiera en plan feminista, podría decir: "Todas tenemos derecho de hacer con nuestro cuerpo lo que mejor nos parezca"; pero si me pusiera en mis zapatos y quisiera hablar al respecto, la neta preferiría quedarme calladita antes de meterme en una discusión tan bizantina como la que se aventaron tú y el anónimo.

Señor Anónimo: yo se la voy a poner así de sencilla: hace 4 años estuve hospitalizada casi 1 mes esperando la llegada de mi hija (quien llegó pese a la opinión de los médicos que me aconsejaban abortarla antes de concluír el primer trimestre debido a los problemas que representaba para ella y para mí, el embarazo). Durante mi estancia en el hospital conocí a una mujer, con un embarazo de 4 meses de gestación, quien esperaba que los médicos decidieran qué iban a hacer con su embarazo, si interrumpirlo o dejar que naciera el bebé que traía. Este niño venía vacío por dentro, sólo tenía corazón, cerebro y pulmones. Y en torno a él había una gran "discusión moral" sobre su destino. Usted, qué hubiera hecho, señor Anónimo?, si usted hubiera sido el padre de esa criatura, qué hubiera hecho?, esperaría un milagro científico?, esperaría a que Dios se acordara que se le olvidó ponerle el estómago, los intestinos, el bazo, los riñones, el hígado, el páncreas, y entonces, al nacer esta criatura, ¿cuántas operaciones?, ¿cuánto dolor?, ¿cuánta angustia estaría dispuesto usted a vivir?

Son puntos de vista, señor. Si el niño tiene cerebro y corazón, está vivo, no?; pero qué es lo que le dará realmente la vida?, acaso no es la tranquilidad emocional de una madre que le enseñe a madurar sus emociones?, no será la seguridad de un padre con quien pueda correr a refugiarse?, la vida no será acaso la libertad de ir a la escuela, de jugar, de reírse, de comer golosinas?... Tal vez la vida en España sea otra cosa, no lo sé.

Tal vez más que pensar en la negación a la práctica de los abortos, debiéramos pensar en la concientización, en la educación axiológica, en la ética para con uno mismo y para con el otro. Y en libertad, tener la capacidad de decidir lo que se piensa, lo que se dice, lo que se siente y lo que se vive.

Señor Igor, como siempre un placer enorme pasar por tu casa. Saludos a laclau y una vida muy larga.

Anónimo dijo...

"(…) y entonces, al nacer esta criatura, ¿cuántas operaciones?, ¿cuánto dolor?, ¿cuánta angustia estaría dispuesto usted a vivir?"

Toda, mi amiga, toda la angustia…

...y que conste que, por desgracia, ya he tenido que hacerlo.

¿De que se trata? ¿Acaso de ponernos en el límite de las situaciones?

Hace sesenta años nació un niño en Inglaterra al que años más tarde se diagnosticó la enfermedad de esclerosis lateral amiotrófica, que le ha condenado a una existencia arrastrada, indigna según los parametros del hedonismo imperante, atado a una silla de ruedas y sin capacidad de valerse por si mismo.

Si en los análisis fetales sus padres hubieran podido prever la enfermedad de su hijo se hubieran muy posiblemente tenido que enfrentar al dilema del aborto a fin de evitar, aconsejados por los médicos, los sufrimientos de la criatura a lo largo de su vida, en los términos infantiles y bienintencionados en los que nos define usted la razón de la existencia en un deseo considerar la vida “normal” como “la libertad de ir a la escuela, de jugar, de reírse, de comer golosinas”.

Y como el futuro no le pronosticaba a la criatura en cuestión esa “NORMALIDAD” por usted deseada, hubieran matado (abortado) a Steven Hopkins, uno de los más brilllantes cientificos del siglo XX.

¿Ve usted como todo efectivamente es relativo, allí por su Méjico natal, por España y por Pernambuco?

Honor y gloria a Igor Megaforismatizado que ya no contesta a las diatribas que algunos le remitimos...

Igor dijo...

Pues habrá que enterarse un poco, para saber que el arte y la brillantez de Hawkins radica en su capacidad de plagio. ¿No?