lunes, abril 23, 2007

Ab(s)orto

Quizá como nunca, el aborto se ha puesto de moda entre la sociedad jalisciense. En estos días, en tanto tópico, ocupa un lugar central en el espacio público. Da un gusto enorme ver a diversos sectores sociales manifestándose para defender sus posiciones. Casi hasta me siento esperanzado, y con ganas de creer, una vez más, en las potencialidades de la movilización social. Sin embargo, resulta patético ver cómo se polariza un tema verdaderamente sencillo de resolver: si bien es cierto que el asunto no permite tibiezas y obliga a adoptar una postura, se vuelve terriblemente espinoso cuando se nos hace creer que sólo se puede estar o a favor, o en contra. No hay mayor estupidez que esa. Es preciso aprender a contar, cuando menos, hasta tres, en lugar de rasgarse las vestiduras y balbucear un vade retro cada tres minutos. Usualmente, los izquierdosos me dan güeva, porque muchas veces recitan panfletariamente sus ideologías arcaicas y huecas. Y lo peor es que lo hacen sin conocimiento de causa, como periquitos nada más [conozco muchos y muchas así]. Pero en este caso, no puedo sino estar de acuerdo con ellos: habría que ponerle un alto a tanto encono fundamentalista suscitado por parte de las facciones más conservadoras [las cuales, por cierto, se han ido adueñando peligrosamente de zonas neurálgicas en diversos ámbitos de poder].

Urge.

Basta ya de la visión oscurantista que se pretende imponer a como de lugar, llamando asesino a todo aquel que apoye la despenalización del aborto. No es posible. Simplemente no es posible. Reclamo, desde ya, que sea respetado mi derecho a decidir y pensar por cuenta propia. Yo no soy asesino, idiotas. Pinche Marx, cuánta razón tenías, cuando nos platicabas que ellos no eran sino el meritito opio del pueblo. Y tan bonito que es andar todo adormecido. En fin, el caso es que, por ejemplo, ayer, en un supuesto[1] debate televisivo, acusaban de incoherente e incongruente a un pobre muchacho del PSD que, hasta el momento, ha expuesto la perspectiva más lúcida en torno a este debate: estar a favor de la vida, en la misma medida en la que se impulsa la legislación que despenalizará el aborto. Frente al agotamiento de lo maniqueo, la única salida es pararse en el espacio intersticial, en la brecha que se abre entre [y separa] ambas posiciones. Se puede, perfectamente, estar a favor y en contra, al mismo tiempo. ¿Cómo? Decía al principio que el asunto era bastante más sencillo de resolver, y hoy más que nunca aludo a la propia experiencia para, por lo menos, señalar mi posicionamiento: en unos meses me convertiré en padre. Y estoy completamente cierto que jamás, jamás, me hubiera perdido de esta experiencia. Yo no promuevo el aborto. Es más, estoy profundamente en contra de éste. Sin embargo, me resulta impensable tratar de imponerle a cualquier otra persona lo que pienso. Y menos aún aludiendo a argumentos moralinos y enclenques cuyo sustento no es más que un dogma. Igual que exijo mi derecho a decidir, también exijo que se respete el derecho del Otro (o en este caso, de la Otra). Y por favor, no se recurra aquí a la salida simplona tachándome de que me contradigo porque no estaría promoviendo los derechos del producto, porque sabemos que no es así.

En fin, usualmente no hablo en serio aquí, ni tiro netas, porque este espacio me parece demasiado sagrado como para macularlo con esas pendejadas. Y cuando lo hago, trato de ser lo más irónico y sarcástico posible. Pero en este caso, nomás no se puede. No seamos insensibles. No abortemos, pues, la legislación que despenalizaría el aborto.



[1] Quien haya visto Foro al Tanto, este domingo 22, por canal cuatro, se habrá dado cuenta de la cantidad de sesgos que plagaron al programa. Basta con recordar quién fue el que abrió y el que cerró el “debate”, así, entre comillas, para darse cuenta hacia dónde se inclinaba la balanza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Great work.