miércoles, septiembre 27, 2006

Volver

Es cierto: la vuelta es la ida en más de un sentido, y viceversa. Caminar tanto para llegar al mismo punto. Desde luego, llegar convertido en otra cosa, en algo diferente de aquello que se fue hace casi una década, quién sabe si más o menos, pero diferente. Escribo, sí, pero ahora desde este otro lado, con todas estas otras cosas, y todo esto es aparentemente críptico y sin sentido. Pero precisamente por ello es tan ilustrativo de lo que está pasando aquí; de por qué; de cuándo, etc. Regreso a la escritura compulsiva (y no sólo a la escritura compulsiva), y me aferro a ella como un ancla, como un punto fijo en esta rueda hamsteriana e infinita que es la ida la vuelta la ida la vuelta, como para sentir que a pesar del largo trayecto, de la circularidad de perro persiguiéndose la cola, soy el mismo y al mismo tiempo alguien distinto. La ida es la vuelta, sí, pero el lugar de retorno no es igual. Ahora, de este otro lado, el pasto es quizá un poco más verde, y el llanto de la chica de ayer así me lo confirma. Y el mundo es así, pero no es así, y etc. Devoré letras los últimos veinticinco años. ¿Será ya el tiempo de vomitarlas?

1 comentario:

Ernesto Rodsan dijo...

Pos sí es tiempo, no? La rueda del hamster (jeje) es infinita. Pero será que en nuestra condición humana tendemos a sobrevalorar el manto gris que nos impide ver lo más verde del pasto, y que por eso viene la nostalgia como justificación ontológica y esa desazón de estar en el lugar incorrecto? No, todo se reduce a un instante, se quiera a no, todo se reduce a un instante porque
The Road goes ever on and on
Down from the door where it began.
Now far ahead the Road has gone,
And I must follow, if I can,
Pursuing it with eager feet,
Until it joins some larger way
Where many paths and errands meet.
And whither then? I cannot say.