martes, marzo 07, 2006

Mi(s) disco(s)/libro(s).

De un tiempo para acá he venido leyendo en varios blogs el despliegue de las preferencias musicales/literarias de sus autores. Al principio ello me parecía una demostración casi exhibicionista del gusto personal; una manera de mostrarle al mundo[1] el grado de cooltoora al que se tiene acceso. Como si recetarse a los autores más freaks, oscuros y pseudoexperimentales [as if such a thing exist], o como si escuchar la música más rara y en vinilo significara algo más que leer autores freaks y escuchar acetatos medio rayados y con un sonido tremendamente deficiente. La presuntuosa inclinación a recomendar la escucha de esta música y no de aquella/leer este libro y no aquél, me llegaba a resultar, a veces, hasta ofensiva. “Mi gusto es, y quién me lo quitará”, reza acertadamente una canción populachera. “¿Qué si a mí me gusta Pig Destroyer en la misma medida en que me gustan Rosana y Jewel?”, pensaba. “¿Qué si considero que Fear Factory es la música del futuro y que aquello que hacen los aprietabotones es todo menos música electrónica?” “¿Por qué para ser cool tengo que dejar de pensar que Bunbury es un burdo intento de Morrison y que Moderatto es la única y real banda de rock mexicano que ha habido en la historia del país? ¿Acaso Caifanes no es más que una pálida sombra de [otros pseudo músicos como] The Cure? ¿Por qué me tiene qué gustar más Paul Auster que Chuck Palahniuk? ¿O Neruda más que Luis Chaves?”, creía.

Y lo sigo creyendo.

Eso no ha cambiado. Sigo pensando que la tendencia postmoderna a la tolerancia [casi siempre de dientes para fuera] es una ficción inútil. Ya es tiempo de adoptar una postura, aún incluso si ésta es la indiferencia. En este sentido, más bien me di cuenta que el hecho de mostrar los gustos personales tiene otra dimensión, que va más allá del mero exhibicionismo. En realidad, más que un monólogo frente al lector, se establece una especie de diálogo a una sola voz, en el que el interlocutor es uno mismo. En la determinación del gusto confluye una serie casi innumerable de factores. Cierta canción de un grupo específico puede detonar los resortes más ocultos de la memoria. Es probable que una lectura transporte a un contexto diferente del que se habita, alejado en el tiempo y el espacio. Así que la tarea de elevar un disco a la posición jerárquica más alta de nuestros afectos es extremadamente agotadora. Elegir un libro es igual de aplastante. Redactar un decálogo con los gustos propios es una salida fácil. Lo increíblemente difícil es reducir la lista a una sola entrada. De manera que evidenciar las preferencias personales también implicaría una toma de postura frente al mundo: al hacer explícito que a mí me gusta esto y no aquello también estoy inscribiendo mi subjetividad en el orden simbólico, estoy domesticando en cierto modo la realidad. Y al mismo tiempo, más que un vulgar despliegue del gusto personal, se pone en suspenso el mismo logos del universo: en la medida en que se reflexiona acerca del propio ser/gusto se atraviesa un puente, se convierte uno en una especie de sujeto escindido que se contempla a sí mismo mirándose desde el otro lado. En última instancia, se convierte uno en su testigo.

Ahora creo que se puede estar en contra, a favor, o simplemente puede a Uno valerle madre lo que al Otro le guste. Lo importante radica en ser capaz de (re)construir la posición desde la cual es posible conversar con uno mismo, determinar cuál es el mejor texto/el mejor LP y atreverse a exponerlo [exponerse es someterse al juicio crítico del otro, y el que se lleva se aguanta]. Recomendar la lectura/la escucha de algo no me interesa demasiado [aunque lo he hecho muchísimas veces]. Sobre todo porque no soy nada, no quiero ser nada. Es como la discusión aparentemente superflua en la que se enfrascó I. Calvino al interrogarse por qué leer a los clásicos. Por supuesto, la salida que le otorgó este autor a dicho debate fue brillante: porque es mejor leerlos que no hacerlo. Sucede lo mismo con la dificilísima pregunta que alude a cuál es mi libro/disco preferido: determinar una respuesta puede ser inútil y vano, sin embargo, es mejor saberlo que no saberlo.

PD.

But of course: Undertow de Tool y Rayuela de Cortázar. No salgo sin ellos. De ahí pabajo la lista es interminable.



[1] Por mundo entiéndase a los tres o cuatro gatos que nos leemos entre sí.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelentes reflexiones. No está mal hacerse un panorama de apegos inexplicables,los pasadizos del buen o mal gusto personal. En el caso suyo comparto lo de Tool y Cortázar, pero con más Aenima o Lateralus. No sé si habrá recibido las Llamadas Telefónicas de Bolaño, le dejo esa inquietud.

Ernesto Rodsan dijo...

Pareciera como una reflexión de inconmensurable introspección cargada con buenas dósis de cinismo dsarrollando un argumento gastado de Zizek.
Pero no es acaso el acto de escribir en sí mismo (sea de gustos musicales o no, de decir lo que a uno le gusta o no) un diálogo interno que exterioriza un posicionamiento o un no posicionamiento frente a la vida?
No es la escritura uno de los mecanismos más fuertes para exteriorizar la subjtividad? Una subejtividad que no se reduce a las lecturas psicologistas, sino una subjtividad creadora o destructora de realidades?
Y por supuesto todo aquel y aquella que no le gusten los bicles y tome café sin azúcar está mal y no es cool.
He dicho

libréluna dijo...

Humildemente, yo no podría escribir un post sobre mis gustos musicales o literarios porque temo que de tan eclécticos me digan que al final no soy nada, no puedo denotar una personalidad definida [aunque tampoco sea mi intención; siempre he agradecido a la infinita cantidad de personalidades que de vez en cuando vienen a sitiarme para deleite o disgusto mío y de los demás]. Lo que sí podría decir, es que más que lo que puedo llegar a escuchar, están quizá, los momentos que he compartido escuchando o leyendo algo en particular. Escuchar "Kiss me" de The Cure, trae irremediablemente el paseo en coche a alta velocidad por la costera vallartense rumbo a Mismaloya, así como la trilladísima "loosing my Religion" de R.E.M., siempre me traerá de regreso la mejor noche de mi adolescencia en un antro, con botella de ron añejo, cocacola y cigarros que le robé a mi papá antes de salir de la casa, por supuesto, a escondidas.
No puedo ponerme al tú por tú con gustos tan elaborados como los de algunos bloggeros que de vez en cuando visito, lo que sí es que agradezco que usté se hubiera tardado un poco más en subirse a la cresta de la publicación de sus filias musicobibliográficas.

Y por cierto, larga vida al café sin azúcar.

Anónimo dijo...

Será cierto que exhibir los gustos en un blog implica un "diálogo con uno mismo"? Ante qué espejo es el debate? Qué se imagina el bloguero que se refleja en ese espejo? No lo entiendo.

El leprosario dijo...

Siempre que lo leo, me quedo con un agradable sabor de boca. En este caso, me imagino a alguien blandiendo una espada, casi contra lo que se tope enfrente. En todo caso, me hizo pensar en mis propias filias y terminé riéndome a carcajadas.

¿¿¿unas chelas???

Igor dijo...

Gracias por sus comentarios, estimado JC: Aenima y Lateralus Rules. También Opiate. Pero aún sigo considerando que Undertow contiene a todos los demás discos de Tool. Reecibido el mensaje de Bolaño.

Mi buen Yohualli. Hace falta que esta discusión esté mediada por unas chelas. En realidad, el argumento al que aludo me lo fusilé de una morrita que se llama Mary Douglas. Y si le rascas, la neta, tiene tintes Durkheimianos. Con respecto a los bicles, concuerdo contigo. Pero también estoy en desacuerdo (eso sí es del Zizek): francamente, tienen cosas bastante malas. Y la escritura, por supuesto que es el acto inocuo más subversivo que existe. Por cierto, el café se toma SIN azúcar. jeje.

Mi estimada Geo, el eclecticismo es lo más cool que puede haber en la actualidad. Usté anímese. Ya verá que no faltamos los criticones. jeje.

Noemí: habría que deshacerse un poco de la lógica occidentalizada en la que los efectos pueden ser atribuidos a consecuencias concretas. ¿Por qué no pensar que los efectos preceden a las causas (otra afirmación de Zizek)? No necesitas espejos para entablar un diálogo contigo misma. Más bien, es el diálogo lo que constitiye al espejo desde el cual te re-creas (en sentido literal y en sentido lúdico), desde el cual construyes tu subjetividad y, por ende, le das forma al mundo.

Estimado Leprosario. Justo esa es la imagen. Y justo, también, esa no es la imagen. jeje. Un abrazo, maese. Y por supuesto, una palabra: chelas.

Chrontázar dijo...

Sin azúcar, por favor...

Y bien, yo sería incapaz de reducirme a un disco/libro...

Hay muchas canciones que fueron definitorias en mi vida, algunas, a toro pasado, significan, otras, se muestran brillantes desde su empaque nuevo, "instant classics", se podría decir.

Con los libros pasa lo mismo, Alejo Carpentier, Cortázar, querídísimo, Borges, Umberto Eco, Orwell, Pillip K. Dick, Tolkien incluso, Homero,. Tolstoi y así vete...

La cuestión, como dice Geo, es saber convivir con todos los que somos y hemos sido unque finalmente los gustos no te definan como persona, o sí?

Debe haber algo en esos productos culturales que es parte intrínseca en cada persona (y aquí que cada cual agarre su pedazo) que se lo adueña y lo hace ser como es.

Además, definirse, pa' qué?

Chrontázar dijo...

Na Zdravje.

Pistiemos.

Igor dijo...

Da usté en el clavo, estimado Chiva: pa qué. Como siempre, extremadamente certero. Se imponen unas chelas ¿no?