martes, agosto 16, 2005

[dicho a cada mañana]Frente al espejo

En alguna parte leíste que sólo había dos temas acerca de los cuales valía la pena escribir: el amor y la muerte [¿eran esos los temas? Se nota que no eres un Funes]. Pero estás convencido de que el amor es un accesorio, cuando mucho un desequilibrio en la química cerebral. Eso lo coloca al mismo nivel que la distimia, la esquizofrenia o la psicosis. Pensar el amor te provoca una flojera infinita. Prefieres dejar que lo razonen y lo escriban los poetas [muero de amor, muero de ti… ¡ugh!]. Tú aseguras que el amor es para vivirse o sentirse, algo más cercano a las vísceras que a la inteligencia. En cambio crees con firmeza que la muerte es el límite constitutivo de la vida, su esencia, literalmente, el non plus ultra [no hay más allá]. Ni el amor rescata del pozo negro de la muerte. Se puede vivir con o sin amor. Pero no es posible elegir entre morirse o no. Si uno se muere, ya no vive más. Así de tajante es la vida. Así de tajante es la muerte. Estás seguro que frente a lo anterior, el amor es de segundo orden. Para ello recurres a la sabiduría popular, que casi nunca se equivoca, y que acertadamente reza: “para todo hay remedio, menos para la muerte”. Además, argumentas —un tanto facilonamente, hay que decirlo— que desde el mismo instante en que nacemos, todos nos estamos muriendo de a poquito, unos más lento, otros de manera más acelerada, pero todos, todos, todos, morimos. Vaya promiscuidad —recuerdas las palabras de Mafalda—. Quizá la muerte sea el único tema [del que valga la pena pensar y escribir, antes que experimentar] —concluyes, mitad ciencia, mitad reproche—.
____Consideras que enfrentarse al espejo de la (propia) mortalidad es, cuando menos, desafiante. Esto es así porque asumes que reconocer la finitud del ser humano —y sobre todo la tuya— interpela a las creencias más profundas y obliga a adoptar una postura [con respecto a la vida; en relación con la muerte]. Quien se atreve a hacerlo, a imaginar la vida sin estar ya en ella —no lo dudas—, puede aceptar la idea de que el mundo cambiará significativamente tras su muerte. Pero habría que reconocer que una idea así estaría marcada por el riesgo de creer que [luego del deceso y para los que quedan vivos] habrá algo faltante, una ausencia terrible, desesperanzadora, un vacío gigantesco. Es posible —como tú mismo lo has hecho— fantasear con las caras tristes en el (tu) funeral, el luto, el día nublado y casi a punto de llover. Las omnipresentes flores —que odias tanto, salvo por las margaritas y los girasoles— y las coronas con los ridículos letreritos. Amigos, familiares, conocidos, todos inconsolables. En fin, el ritual burocrático que gira alrededor de la muerte. Luego la cremación o el entierro. Después, con el tiempo, el bonito recuerdo ocasional, una lágrima quizá, una sonrisa arrancada a la memoria. Y sobre todo, la seguridad de que del “otro lado” hay algo; de que tras la muerte pasarás a mejor vida. La luz al final del túnel, la sensación de paz, el reencuentro con los seres queridos que ya se han ido, el Paraíso. Todo eso.
____Ja. Iluso.
____No, no. Me estoy riendo contigo, no de ti. De verdad, no me burlo. No, tampoco estoy siendo irónico. Sólo te digo lo que pienso. Pero de cualquier modo, tú eliges: puedes aferrarte al suave confort de las nubes y el Paraíso; o puedes hacer evidente eso que siempre has intuido: que tras la muerte solo está la nada, el vacío último. Kaput, Au Revoir. El último en salir que apague la luz. Bye, Bye. Auf Wieddersen, etc…
____Ups. Lo siento. No sabía que tú… Chale. No te pongas así. Sin pucheros, por favor… Me vas a hacer llorar a mí. Acaso ¿de verdad creías que había un plan divino en el que tenías una función designada y que te aguardaban cosas maravillosas del “otro lado”? ¿En serio pensaste, aunque sea por un momento, que el Paraíso, el Cielo y todo eso? Nah. ¿Neta? Pero si son puros cuentos que te han contado para mantenerte tranquilo, confortable, feliz en la medianía. De verdad. Yo sugeriría que te dieras cuenta: no eres como los figuras que se ven a través de un calidoscopio, únicas e irrepetibles. Eres composta. Es más, ni eso. Sólo simple materia orgánica. No eres de arcilla, idiota. No hay soplo divino en ti. Eres, más bien, setenta por ciento de agua. Te diluyes fácilmente. Te borras. Te lo aseguro: te sentirás mejor el día en que te deshagas de toda esa falsa esperanza y abraces plenamente el desencanto. Entre más rápido lo aceptes, todo será más fluido: cuando mueras todo seguirá igual: aún para la gente que más te amó —el amor es secundario, recuérdalo— seguirá saliendo el sol, tendrán sueño, les dará hambre, irán al baño, tendrán una vida. Nada es estático. Tú te mueres; la vida sigue. Todo lo sólido se desvanece en el aire. Tu vida se termina segundo a segundo. ¿Ves? Mientras lees esto estás muriendo. Ahí va un segundo. Otro. Uno más. ¿Te das cuenta? De prisa hacia el abismo. Acéptalo. ¿Es tan difícil reconocer que la única certeza que tienes es que te vas a morir? Lo demás es lo de menos. Tarde o temprano te vas a morir. Esto es lo que eres: según la esperanza de vida de tipos como tú, estás en el tope, en el punto más alto, llegaste al non plus ultra. De aquí en adelante todo es de bajada… Suavecito. Ahora, a trabajar y ser bueno y honrado, que no queda de otra: hay que ganarse el cielo ¿no?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Es bueno que nuestro narcisismo absurdo ceda en algún momento, y sepamos, sepamos bien, que no somos nada, que la maquinaria funcionará sin nosotros igualito que siempre, y que no quedará de nosotros ni rastro dentro de basante poco.

Beatriz dijo...

¿Por qué será entonces que los enamorados escriben y los muertos no?
Mi pregunta es o muy idiota o muy filosófica, depende qué lado del espejo estés.

libréluna dijo...

Abrazando al desencanto, es una situación recurrente, casi cotidiana en mi vida, en la vida de muchos. Viva la generación X!, madre de todos los blogs, los desencantados, los apáticos, los neuróticos, los anoréxicos sentimentales... padezco anorexia emocional por culpa de los sentimientos light... tonterías que se me van ocurriendo para llenar los espacios de un comentario para un post desencantado.

Ernesto Rodsan dijo...

Chido Igor, el final fue genial.
Me gusta más este rollo que la reflexión teórica de la literatura.
Greetings

El leprosario dijo...

Chale, y yo que tanto tiempo me la pasé doblando las campanas por cada muerto que según mis "enseñanzas" ¡¡si iban a la vida eterna!!

...y ahora??

Anónimo dijo...

Amigo : eh seguido tus escritos desde hace ya tiempo y me gustaria que observaras mi escrito , aqui señalo tanto la muerte como el amor. Espero que sea de tu agrado ...



Quiero salir sin avisar
sin amigos sin compañía hacia otra ciudad.
ir en busca de la perdición y la locura
sentir un delirante baile ritual
de tribu...primitivo,
simplemente atractivo, sensual.

Y sentir un repentino impacto en mi pecho ya herido
de una saeta que mi imprima su veneno letal
que al morirme provoque placer y ser otra en otros brazos...
volver a nacer.

Quiero mirarme en otros ojos
y como una liviana hoja caer
quitarme todo el peso de pertenercer
a fuerza a dónde no pertenezco.
Quiero ver la perversidad
como recurso para libertarme.

No quiero volver a casa
simplemente desaparecí
en vano será, ya no preguntes por mi.
El amor me ha hecho heridas
escojo estar donde las almas perdidas
para danzar entre las sombras y entregar mi cuerpo a la muerte ...

Chrontázar dijo...

Iba a escribir algo en defensa de los poetas, pero mejor dejo que la apatía inunde este comment, anyways, we're dead or dying.
Salud.

P.D. Pero entonces Bizancio?