Leo dos de las columnas más recientes de Ciro Gómez Leyva
(“Falló la encuesta…” y “La opinión de GEA/ISA…”) y no puedo evitar sentirme
habitado por un vacío, por una impotencia brutal que carcome y se retuerce
despacito. Veamos por qué. En el primero de sus textos, Gómez reconoce, desde
una postura parecida al cinismo, que el ejercicio de predicción estadística que
realizó día con día su periódico, en colaboración con GEA/ISA, fue un fiasco: ellos
postulaban un triunfo del candidato de la Coalición Compromiso por México
superior al 18 %, mientras que por el momento, el resultado arrojado por el
PREP marca que la diferencia entre el primero y el segundo lugar es poco mayor
a 6 puntos porcentuales. Esto no es poca cosa. De hecho, es mucha. Más que
mucha. Equivale a un yerro cercano al
200 %. Es como si un ginecólogo le dijera, durante nueve meses, a una mujer
embarazada que tendrá una niña saludable, y al momento del parto, le comunica
que siempre no. Claro, efectivamente estaba embarazada, sólo que no de una
niña, sino de tres bebés, todos varoncitos, muy lindos ellos. Usted perdone.
Fallaron los ecosonogramas que le hicimos todos los días. Nos equivocamos.
Tenga señora, junto a sus bebés, le dejo esta notita de disculpa. Y, por
supuesto, la cuenta.
En el segundo de los textos a los que hago
referencia, Gómez publica una carta que recibió de parte de GEA/ISA. Ésta es digna de ser
sometida, en otro momento, a un análisis discursivo profundo. Es una joya. Por
lo pronto, vale la pena destacar cuando menos dos puntos que son cruciales en
dicha misiva: 1. Se admite que las encuestas sobreestimaron las preferencias
por Peña Nieto; y 2. Se anuncia que GEA/ISA no se retira de las encuestas
electorales. Ambos aspectos son relevantes por las implicaciones que tienen. En
principio (y también por principios), lo más básico, casi de sentido común,
sugiere que toda casa encuestadora con un mínimo de dignidad debería cerrar sus
puertas frente a tan estrepitoso fracaso. No obstante, la estrategia de GEA/ISA
es precisamente la opuesta: declaran tajantemente que se mantendrán como casa
encuestadora en los periodos electorales. Vaya, anunciar su permanencia no es sino
un eufemismo, un modo de mencionar que son una especie de “pistoleros en
renta”, es decir, maquiladores de encuestas a modo y con los resultados que el
cliente demande. Es fácil imaginar sus próximas campañas publicitarias:
“¿Necesita que lo apoyemos en la producción mediática de su presidencia? Venga
con nosotros. Somos expertos en inflar candidatos”. Simplemente vergonzoso. De pena ajena. Siguiendo
con el chusco ejemplo de la pobre parturienta, lo anterior equivale a que en
pleno quirófano el anestesista intenté adormecer a la feliz madre con vodka, y a que las enfermeras se lancen unas a otras
los triates mientras los llevan al cunero. Y para colmo, que firmen la notita
de disculpa, diciendo que mil perdones, pero seguirán anestesiando y recibiendo
chiquillos. Y claro, la cuenta.
Como quiera que sea, y más allá del
chascarrillo, el asunto no es menor. Milenio es uno de los diarios con mayor
circulación a nivel nacional. Y cuenta además con canal de televisión por
cable, y con transmisiones en línea. El alcance que tiene es para ser tomado en
cuenta. Sobre todo al poner de relieve la confesión hecha por Gómez (porque es
eso, justamente una confesión disfrazada de disculpa, la admisión de que este
juego se jugó con dados cargados). No se requiere ser un sesudo teórico, ni de
la estadística ni de la comunicación, para saber/reconocer el papel que juegan
las encuestas en términos de la producción de la opinión pública. Desde luego,
no hay que caer en la ingenuidad de sobreestimar el peso de un medio en
específico. Eso hay que dejarse a los teóricos de la conspiración partidista,
los cuales abundan. Recordemos que el resultado electoral no lo determinan las
encuestas. Pero quienes piensen que éstas no influyen en el ánimo y en las
decisiones finales de la gente, se equivocan.
En fin, todo quedaría en una casa
encuestadora ruborizada, y en un periodista al que se le suma una mancha más,
si esto fuera sólo un aspecto coyuntural del reciente proceso electoral. Sin
embargo, el asunto adquiere dimensiones descomunales cuando se contextualizan
las columnas de Gómez, y se enmarcan dentro de lo que ocurrió con buena parte
del resto de las casas encuestadoras que mostraban tendencias similares. Éstas
tuvieron yerros igual o más garrafales. Si a esto se le suman las acusaciones
que pesan sobre Televisa (con acceso a más del 90 % de los hogares de México),
hechas por The Guardian, las
estrategias de compra de votos, la precaria actuación de Calderón, de Josefina,
y de Zurita, al anunciar a un vencedor cuando apenas iba poco más de la quinta
parte del conteo, el recuento de más de la mitad de los votos por irregularidades, etc, el caso se torna gravísimo. Por lo menos, a estas
alturas, la institucionalidad electoral que tanto se ha presumido no es sino el
hazmerreír a escala internacional; el supuesto ganador de este proceso ocupa un
nivel todavía más bajo, bufonesco. Para verificarlo, basta darse una vuelta por algunos de los
titulares de la prensa extranjera (Der Spiegel, Libération). Por otro lado, más que una cosa de nada, un asunto que
merezca un “usted disculpe”, como el que ofrece Gómez, hay detrás de todo esto,
evidencias para pensar en la maquiavélica construcción mediática de una
presidencia. O como dijera un amigo que tiene más tino que yo: hay un vil
cochinero. Insisto, el asunto no es menor. Apunta a inaplazables reformas de
las instancias que vigilan la equidad y la transparencia de los comicios; alude
a la importancia de re-ciudadanizar este tipo de instituciones; implica imponer, sí, imponer, recursos más escasos a
los partidos, y mejores vigilancias sobre éstos; requiere topes estrictos de
campaña, e instituciones que no se hagan de la vista gorda cuando éstos se
rebasen flagrantemente; y sobre todo, pone de relieve la urgente ampliación del
espacio para la política y lo político en un país como el nuestro, que ya no
aguanta un sexenio más así.
¿Y la cuenta? Ah, sí. Se me andaba
olvidando. Aquí el desglose: 1. País divido (no sólo ideológicamente, sino en
casi todos los ámbitos); 2. Concentración de poder y de riqueza en unos cuantos,
3. Vías de acceso al poder restringidas; 4. Gobierno potencialmente autoritario
y opresor; 5. Crimen organizado poderosísimo, casi a modo de estructura
para-gubernamental; 6. Sociedad decepcionada, sumergida en la desconfianza y la incertidumbre. 7. Sume aquí todos los
factores que no enumeré. Bienvenidos al convulso desierto de lo real.
Bienvenidos a México Inc.
2 comentarios:
sigo tan triste...
Doc, ya me he echado mis vueltas por este sitio para construir opinión, ahora te comparto mi sentir respecto a esta debacle que apenas comienza. Un abrazo "amigo CEO" Mario Limón
No voté por Peña Nieto ni voté por Aristóteles. Me parece que ambos candidatos del PRI son los que menos autoridad moral tienen para gobernar con relación al resto de los contendientes. Sin embargo, el resultado de nuestra democracia (sea sana, efectiva, transparente, creible o no, así es y ésto es lo que tenemos gracias a NOSOTROS mismos) practicamente asegura el gane a ambos.
De las decisiones... de cada sociedad somos corresponsables todos, así que si fue la mejor elección muy a pesar de mis preferencias o si como sociedad nos equivocamos de nuevo, es responsabilidad de todos.
Ellos ya preparan su arribo al poder (la pasión devoradora) y el compromiso y la actitud con la que buscaron la simpatía del votante será muy diferente desde la inmunidad que brinda el cargo.
Lo verdaderamente trascendente: la construcción de ciudadanía, la identificación de problemáticas sociales, la gestión por más y mejores políticas públicas y la búsqueda de mejores condiciones de vida para lograr un México más justo y más humano es una misión urgente que nos corresponde a NOSOTROS, la sociedad civil organizada.
A los ciudadanos que "ganaron" (como si esto fuera partido de fútbol) con su voto, ojalá de verdad sean la mayoría y entonces por favor contribuyan a exigir que esas propuestas que los conquistaron se cumplan, para que el orgullo de haberlos apoyado no se apague. A los demás, los que nos vemos desfavorecidos con respecto a nuestra preferencia, nos queda cuestionar, proponer, vigilar pero con ÉTICA y con visión incluyente, un gobierno que genere la pronta recuperación de este convaleciente país que no agunatará más cinismo en su historia política. La pregunta que necesitamos resolver ya es ¿cómo gobernar con un país porcentualmente dividido?
Estoy convencido y sigo creyendo que es desde abajo de donde deben venir las acciones. Eso sí, seamos inminentemente amorosos y responsables desde el frente que decidamos expresarnos.
Que no se nos olvide, lo humano nos pertenece a NOSOTROS, no dejemos que nos lo sigan arrebatando unos cuantos inhumanos.
Hoy me dueles un poco más México, pero espero con el alma estar equivocado.
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