viernes, abril 25, 2008

Chingas a la tuya

Querido Emilio:

El que se lleva aguanta. No le saques y a lo hecho (dicho) pecho. A estas alturas, cualquier acto de retractación no es sino una vil cobardía. ¿De qué otra manera se le puede llamar al que tira la piedra y esconde la mano, sino zacatón (por decir lo menos)? Ahora no tienes otra salida más que atragantarte de toda la caca encarnada en la generosa lluvia de epítetos que te espera. Luego del patinazo, te paras ante la prensa, pones cara de mustio y blasfemas una disculpa hueca, carente de todo sentido. ¿Por qué? Porque ya no sientes lo duro sino lo tupido. Dices:

"Mis comentarios han sido, fueron una opinión coloquial sin destinatario, por eso la disculpa también es así, abierta, porque no llevaba intención de ofender"

y te equivocas. Personalizaste la agresión. La mentada de madre fue perfectamente dirigida. Sugerir siquiera que lo tuyo fue una opinión coloquial y sin destinatario es una falacia, un acto fallido y hueco. O en caso contrario, ¿será entonces que ése es el signo de tu gobierno? ¿Me estás diciendo que manejas los destinos de nuestra entidad a tientas y a locas, es decir, de manera coloquial y sin destinatario, desde la más pura ineficacia? ¿Quieres darle sustancia a tu disculpa? Ve y toca la puerta de cada persona a la que insultaste. Casa por casa. A ver si realmente te parecemos pocos los que no estamos de acuerdo con tus despropósitos.

Por otra parte, intentas [sin éxito] justificarte aduciendo lo siguiente:

“Me ganó la emoción, utilicé un lenguaje inapropiado, indigno de Jalisco, impropio de un Gobernador. No suelo hablar así, no es la educación que recibí, no es el ejemplo que quiero dejar a mis hijos”.

Patético. No hay nada más pueril que escudarse detrás de los hijos. Usarlos para matizar tus desatinos es un acto terrible, digno apenas de Michael Jackson. Pareciera que piensas que aducir tus yerros a un carácter emocional incontrolable te sitúa como un personaje más humano pero, una vez más, te equivocas. Ocurre todo lo contrario. Más bien, pones de relieve todas tus incapacidades. Aunque he de reconocer que tienes razón en algo: tus actos son impropios de un gobernador, y son indignos de Jalisco. Sin duda es cierto. Los jaliscienses no merecemos que nos gobierne alguien como tú.

Renuncia ya.

1 comentario:

Paloma dijo...

Yo sabía que se podía contar con su encono siempre puntual y preciso para compartir la náusea que provoca el pellejo de persona que tenemos por gobernador.

Nomás que, cuando lo escuchaba ya en el clímax de su disertación gritar casi sublimado "¡me eligieron a míiiii!"... Puta madre: pues que tenía razón. ¡Ay!

Si se me permite, como jalisciense en el exilio, yo nomás pido dos cosas para la próxima, casi las mismas que pedía Pavlov: memoria y reacción.

Y sí, acostúmbrese al templete que le quedó re bien.

Saludos