martes, octubre 09, 2007

Puro Madrazo

Es curioso. Al principio da un poco de pena ajena darse cuenta que Roberto Madrazo, ilustre ex candidato a la presidencia de nuestro lustroso país, hizo trampa en una maratón en días pasados en Berlín. «¿Cómo es posible?» Se pregunta uno. «¿En qué cabeza cabe?». Luego viene el enojo: «¿Trampa? ¡No mames!». Posteriormente llega al cuerpo un poco de indignación mezclada con algo más bien indefinible, muy cercano a la incredulidad: «¡Y en Alemania! De plano no se puede con esta gente», termina uno por decir. Pero poco a poco, todo ello deja de ser tal y se va convirtiendo en algo más, en algo sustancioso, más significativo, más propio y familiar. Así, el acto del tabasqueño deja de ser penoso y se transforma en un verdadero referente simbólico, en un excelente estandarte para una posible campaña política, puesto que condensa en sí la forma de ser de una nación entera. Los estrategas de ese señor deberán sacarle el mayor partido a los actos de su jefe. Seguro que no hay mexicano que no se identifique con ese chilanguísimo modo de ser.[1] Y si los hay, son pocos, y medio hipócritas. Si Madrazo hubiera hecho esto un poco antes de las elecciones de julio de 2006, de verdad que no hubiera perdido de manera tan estrepitosa la presidenta; por lo menos mi voto hubiera sido para él. Y estoy seguro que el de muchos ciudadanos también.

¿Por qué?

Es bastante simple. He estado leyendo tanto en blogs como en diferentes diarios muchas opiniones cargadas de encono, exacerbadas porque el ex candidato supuestamente nos “ha dejado en vergüenza frente al mundo”. “Si esos son los que se postulan como gobernantes, imagínate cómo es el resto de la población”, se lee por toda la Internet. Pero una revisión más atenta indica la verdadera profundidad del acto: al tomar un atajo y ganar el maratón, Madrazo no hace sino ilustrar una estrategia para dar el paso del en sí al para sí, encarna en sí mismo al superhombre nietzschiano, al Sujeto (con mayúscula) planteado por Touraine y muchos otros. El tabasqueño con su hacer nos está mostrando el verdadero camino a seguir, la única salida que existe para ser competitivo en un entorno terriblemente competido. Uno de nuestros mejores recursos consiste en el famosísimo ingenio, reconocido a escala mundial. Es preciso que tal ingenio deje de ser en sí, y se transforme en para sí, en un algo capaz de hacernos sobresalir en el concierto de naciones. Madrazo encarna, pues, esa transformación. Sin duda. Lo único reprochable es lo tardío del acto. Si hubiera sabido que él era capaz de eso en el 2006, hubiera tenido mi voto. Como reza el viejo y conocido refrán: el problema, en última instancia, no es la trampa, sino el descubrimiento de ésta. Pero fuera de eso, ¡gracias Madrazo por mostrarnos el camino!

Ajá.



[1] Por favor, que no se me malinterprete. Lo chilango es una forma de ser, que no [sólo] remite a las personas que habitan el defectuoso. Con ello me refiero a la bonita actitud de “me chingas o te chingo” que prevalece en buena parte del país. Así, hay chilangos originarios de Jalisco tanto como hay chilangos de Oaxaca o Chiapas o de cualquier parte de la República. Es más, de hecho, yo he conocido finlandeses bastante chilangos.

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