viernes, octubre 12, 2007

Concubia Nocte

Miró la carátula de su reloj. Estaba rota. Con el último golpe que le había propinado al hombre, el minutero se había detenido en el minuto cincuenta. En su cara se dibujó una mueca (su mejor intento de sonrisa). Contempló el cuerpo inerme a sus pies. Lo pateó una vez más. Bufó. Ya todo había comenzado. Salió de la habitación y se dirigió a la de los gemelos. La madre aún permanecía amordazada en la silla del fondo. Ella había sido quien más trabajo le había dado. Pero ya todo estaba solucionado: ahora contemplaba horrorizada al hombre aquel, al dirigirse al cuarto de sus bebés, orando por un milagro que los salvara. Pero nada. El extraño se detuvo frente al espejo del corredor; éste le retornó una imagen monstruosa, deforme, de sí mismo. Palpitaba. Hizo una caravana teatral. Se sintió satisfecho. Disfrutaba atacar a sus presas. Bendita lucidez. Era un cazador y estaba de fiesta, feliz como un niño en una confitería. Luego, ocuparse de los gemelos fue más fácil. Bastó encender la luz para que ambos se paralizaran por el miedo. La pequeña fue quien recibió el primer golpe. El chico quiso gritar al ver que su hermana era arrojada de bruces contra la pared. Pero un martillazo en pleno rostro lo impidió. Ars adivinatoria, quiromancia, deducción imbécil: faltaba hacerse cargo de la mujer. Y también faltaba construir una cárcava para esconder los cuerpos. Mucho trabajo por hacer. Pero Él estaba al mando. Él era el productor del miedo. Aterrorizaba. Así que ella trabajaría. Una vez decidido esto, bajó hasta la cocina. Sacó unos chilaquiles del refrigerador. Les untó crema. Los metió en el microondas y luego se dispuso a cenar. Estaba melancólico, meditabundo. Afuera, una libélula perdida, (está emborucada, pensó) golpeaba una y otra vez la ventana.



Pubicado en Metatextos 2.0. El ejercicio fue muy interesante.

1 comentario:

libréluna dijo...

La violencia, como el erotismo en la literatura es de lo más difícil de plasmar. Siempre que surge un texto de estas características tu lector puede tener dos reacciones: o te toma por sádico/pornográfico o tibio/blandengue/copión.

La lectura de tu ejercicio me deja con un agradable sabor de boca. La visualización de El Productor del miedo, la mujer amarrada, el rostro de los niños ante el terror, los chilaquiles y la crema, incluso la libélula. Todo es claro, tangible, casi real.

Tal vez habría que explorar un poco en la violencia, en el dolor, hacerlo más nítido, más preciso.

Muy bueno, señor. Felicidades!