viernes, septiembre 14, 2007

Saudade

Añorarse, esperarse a uno mismo con el anhelo no tan secreto de re-encontrarse, de descubrirse en alguna parte de estos despojos, casi como casualmente, para guardar las apariencias. Es paradójico: conforme me acerco a esto que ahora soy yo, me alejo cada vez más de mí mismo. Hay en ello una brecha, un atisbo de nostalgia, la desazón que produce no saberse pero intuirse, de no reconocerse en el espejo aún a sabiendas de que ese perro viejo no es sino una de las versiones de uno mismo, es decir, la copia de una copia de una copia de una copia ad nauseaum. Todo intento de capturarse prueba ser la más ineficaz vía para el auto-reconocimiento, un abismo de nada pura, una falla conspicua. El sinsentido más radical. Habría que implementar una estrategia, postular la desaparición última, el olvido. Deshacerse de todo esto, de cada uno de los finos hilillos, cortarlos de tajo, y dejar que el cuerpo languidezca, flácido, no más títere, no más bufón, no más nada. Nada. No más nada.

3 comentarios:

Sandy Gallia dijo...

amen

Paloma dijo...

Para alimentar (y con suerte, planear) esta desaparición última, sugiero muchísimo la trilogía de Vila-Matas: Bartleby, Mal de Montano y Dr. Pasavento. De repente uno nota que la desaparición, lejos de coquetear con la muerte, bordea ligeralmente a la locura.

Por la única aspiración válida: desaparecer. Salud!

Anónimo dijo...

eu tenho saudade

y como dice San ... amén!



saludos ;)