lunes, mayo 29, 2006

Juegos de rutina

Somos animales de costumbres. Endurecidos. Y al mismo tiempo, somos trayectorias vagas de lo impreciso. Seres ablandados por la baba de tantos siglos que pesan sobre nuestros hombros. Pisadas húmedas en la arena. Rastros de caracol que se inscriben en el orden establecido. Rodajas de humo acomodaticias, de esas que rasgas fácilmente con un dedo. Tú, de tu lado del abismo. Yo, en medio de este imperio insulso de la nada. Del no ser nada. Del no querer ser nada. Escrituras automáticas plasmadas en un baño público. Cuando mucho. Obras de arte dibujadas en el aire. Es cierto: digo Tú o Yo, ustedes, nosotros, pero ¿quién es este tú y quién es este yo del que hablo? No son Nadie. Nada más que las irrupciones de una metáfora en un texto terriblemente limpio. Metástasis del uno mismo. Retruécanos apesadumbrados todos. Didácticas que no enseñan más que los límites de la ignorancia. Paréntesis. Aperturas hacia lo infinito. Hacia lo otro. Inacabados. Puntos suspensivos abismales, que conducen a ningún lugar. Ojos cerrados. Precipitaciones abruptas hacia un interior que descubrimos vacío. Sillones elegantísimos en medio del desierto. Alegrías de bolsillo, desechables. Pañales sucios. Un camión lleno de marranos, rodeados de más y más marranos. Y quizá por ello es que nos queremos tanto.

3 comentarios:

Enigma dijo...

Valido, pero de vez en vez tomamos la manguera y nos damos una ducha para dejar de ser por x tiempo, marranos.

Saludos

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

David Temper dijo...

Como los marranos de Orwell: "algunos más iguales que otros"

La igualdad es la peor de las utopías. En oportunidades, está bien, pero usualmente terminan extrapolándolas a las posibilidades. Y nada peor que un destino impuesto externamente.

Vivan los "misceláneos", los grupos que sólo son definidos por negación de paradigmas cerrados.

David Temper dijo...

Vivimos en nuestras decisiones, actos e interpretaciones. No se necesita una ideología para vivir ni tampoco una identidad estereotipo.

Todos saltan el abismo entre pensamiento y realidad sin darse cuenta. Ver hacia abajo a medio camino no mejora ni empeora la situación.