lunes, diciembre 26, 2005

Near life experience

Soy adicto a sentir la vida pegadita al hueso. A sorberle la médula, como al mole de espinazo con verdolagas que hacía mamá. Muy de vez en cuando, y casi siempre por azar, logro agarrarla por el pescuezo y retorcerla, exprimirla e irla escupiendo letrita por letrita. Despacito. Puag. Retorcida. Puag. Por supuesto, al admitir mi adicción no me refiero al cliché aventurero del adorador de los deportes extremos. Es cierto que durante mi juventud anduve en bicicleta haciendo figurines, saltando en rampas que cada vez eran más altas. Hasta que una caída terriblemente fuerte, una lesión de consideración en mi rodilla, etc. En este sentido, es probable que arrojarse al fondo de un desfiladero, atado sólo a una cuerda, represente para algunos el acceso directo y sin escalas a la verdadera vida. Para mí, por lo menos hoy, el asunto es distinto: además de mis gigantescas güeva y panza, estoy cierto que, como decía Kundera (uno más de los autores que resulta políticamente incorrecto decir que está sobrevaloradísimo), la vida, la verdadera vida, está en otra parte. Se la encuentra uno al ladito del tipo que usualmente se sienta en el fondo de cualquier cantina, que a duras penas mantiene los ojos abiertos, y habla consigo y con su sombra; yace en las fotografías que se esconden en las entrañas de cualquier cajón de escritorio y que detonan el recuerdo o cuando menos una sonrisa; se escurre entre las líneas de la nota que hallamos por casualidad en el fondo del bolsillo y que nos salvan, paradójicamente, (de) la vida.
De tal suerte, en estos días me encontré de cerca con la vida en una posada. Usualmente no asisto a esas celebraciones navideñosas, porque me resultan un poco chocantes. Sobre todo porque la mayoría de la gente se instala en un la buena ondez, y anda repartiendo abrazos, felicitaciones y regalitos por todas partes. Se perdonan las rencillas, aparentemente todo lo malo se va dejando de lado, junto con el año que se acaba, y los sentimientos están, casi como en ninguna otra época del año, a flor de piel. Chale. ¿Acaso esta especie de hipersensibilidad no nos hace quedar mal a aquellos que somos hipócritas durante los 365 días? Como sea. El lugar donde se celebraría la posada estaba semi vacío. Debí haber sabido que la falta de quórum era un signo positivo. Pero bueno, todavía no soy capaz de ver en el futuro. En fin, había apenas unas cinco personas, que ocupaban sólo una de las muchas mesas. Me sorprendió ver en una especie de improvisado escenario, unos amplificadores viejísimos, y una tarola bastante traqueteada, todo como olvidado en una esquina. Después me di cuenta que más al fondo estaban dos guitarras, micrófonos y algunos cables. Si las posadas me dan flojera, aquellas en las que hay un grupo musical de por medio me resultan, de plano, intolerables —pensé—. Irme de ahí no era una opción [así como no haber ido tampoco lo era], por lo que dispuse el ánimo para “sufrir” un poco.

—¿Una cerveza?
—¡Por favor! ¡Por favor! [dije en tono suplicante].

Luego de un rato de small talk, saludos y presentaciones corteses, me concentré en los tipos que estaban arreglando el sonido. Eran tres y ya estaban entrados en edad. Bastante entrados. Uno de ellos se peleaba con la afinación de una guitarra monstruosa de ocho cuerdas que no sonaba tan mal. Otro probaba los micrófonos. El último fumaba, arrugando en entrecejo, mientras colocaba la tarola en medio de los amplificadores. Comencé a sospechar.

—Sí, bueno, sí. Uno, dos, tres. Probando. Somos el grupo Mandalay. Buenas noches.

Y luego, sonó la música. Acapulco Tropical, Mike Laure, La Santanera, La Matancera. Salvo Laclau, nadie entendía porque yo tenía una sonrisa gigantesca plantada en el rostro. Era la vida, my friend, la verdadera vida.

PD
King Kong es una gran comedia (casi estoy seguro que Peter Jackson se revolcó de la risa la primera vez que la vio terminada). El Umbral (Stay) y I Love Huckabees son, por mucho, las mejores películas (que vi) en este año.

PD.
Con éste me retiro. Luego de una prolongada estancia en el sur oaxaqueño, ¿qué mejor que el norte tijuanero? Si andan por allá, nos vemos. Si no, nos vemos por acá en enero. Abur.

7 comentarios:

nacho dijo...

Maese Rencoria grandes desveladas y cascadas de vino. Saludos.

Enigma dijo...

FEliz año, nos vemos por enero...

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Anónimo dijo...

Muy inteteresante tu escrito, cierto que el mundo ¿se ha vuelto? un lugar hipócrita, pero hay
que sobrevivir.

Me gustaría que participes en mi foro, a ver si te das una vuelta:

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Saludos y feliz año nuevo.

nacho dijo...

Y luces de bengala y fuegos artificiales del alma, y brindis sin apuro y despertar sin prisas y grandes bostezos y saberse ajeno a los inocuo. Todo como parte del gran propósito de año nuevo...

un abrazo.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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