martes, noviembre 30, 2004
Bum
Relato enviado a Hipertextos
miércoles, noviembre 24, 2004
Por fin...
If i was a serial killer i would be Jack the Ripper.
Jack the RIpper's murders are still unsolved. Kill count: 5
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jueves, noviembre 18, 2004
Trabajo de campo




martes, noviembre 16, 2004
NaCo
Pues bien, en uno de esos extraños días en que todo parece confabular para que las cosas salgan bien, yo traía treinta dólares en la bolsa [lateral de mi pantalón cargo, of course] y por casualidad “descubrí”, oculta en el fondo de un estante, una T-Shirt que tenía un pequeño letrerito que decía: “I can’t sleep, clowns will eat me”. Luego encontré otra que rezaba “I feel much better now that I’ve lost all hope”. La primera condensaba el horror que desde siempre les he tenido a los payasos. La segunda describía perfectamente el estado de ánimo que me atravesaba en esa época. Compré ambas playeras [junto con una preciosa figura demoníaca hecha por McFarland toys, de medio metro de altura]. Con el tiempo me hice de una colección de T-Shirts con mensajitos en la parte frontal, negras aquéllas, ácidos éstos (i. e. “Why do people with closed minds always opens their mouths?”). Mi pequeña colección de camisetas redundaría, un lustro después, en una divertidísima fiesta de cumpleaños. Pero esa historia la contaré otro día. Hoy baste con decir que mucha gente se sentía agredida por mi vestimenta. Entre ellos mis profesores, que no entendían cómo un tipo con mis fachas (vans, pantalones cargo, camisetas negras, nada fuera de lo normal), en una institución de excelencia académica, etcétera. Yo, por mi parte, me regocijaba con la bilis de los otros. Era todo un contento. Luego, hace no mucho, en una entrega de premios MTV, los de Molotov hicieron su aparición vistiendo unas camisetas que decían: “Frijolero”, “Na/Co” y cosas por el estilo. La primera impresión que tuve fue bastante grata. Pensé en las posibilidades de resemantización de aquello que constituye la cultura popular mexicana. “Ojalá y pronto se popularicen esas ideas” —pensé—.Tiempo después, me enteré que alguien en Tijuana era el artífice de lo anterior.
Ja. Hay un proverbio que advierte: “cuidado con lo que deseas, porque puede hacerse realidad”. Hoy, parece que todo el mundo tiene una camiseta de esas. Lo que al principio me parecía una buena idea resultó no serlo tanto. Con la proliferación de este tipo de T-Shirts se ha ido “desafilando” el sentido “incendiario” que alguna vez pudieran haber tenido. Está ocurriendo lo que le pasó a la imagen del Che: al ingresar en el mainstream de la mano de Furor, el contenido ideológico de la figura de Guevara se ha ido diluyendo. Es innegable que la línea NaCo tiene diseños excelentes, ideas frescas y originales. Por ejemplo, la simbiosis que se hace de la imagen del Che con el rostro de Cepillín es un ejercicio deconstructivo que a mi parecer raya en lo genial. También es innegable que la cultura popular mexicana ofrece un vastísimo campo para resemantizar y constituir referentes identitarios de, por ejemplo, las formas que adquiere aquello que es ser joven. Sin embargo, lo que en principio parecían formas significativas de reivindicación de lo mexicano [el hecho de que Molotov apareciese en un foro gringo-agringado con camisetas que decían “Frijolero”, resulta bastante ilustrativo. Y esto no lo digo sólo yo, está apoyado en el giro reivindicativo que se deriva de la Queer theory y los estudios post-feministas de Buttler] se ha vulgarizado y pervertido con mensajes del tipo: “Mi vieja me pega”. ¿Esta falta de originalidad se relacionará con el hecho de que los mexicanos leamos menos de un libro al año? ¿O de plano las mencionadas camisetas son un destello de genialidad que no alcanzo a comprender? No sé. Llámenme malinchista o conservador. Tal vez sea que estoy entrando en la vejez. Pero si se trata de camisetas con mensajitos, yo preferiré, siempre, aquella dice “I’m not good enough to have self esteem” sobre la que reza “Qué guapo amanecí hoy, me cae”. Me cae que sí.
viernes, noviembre 12, 2004
Elevador
Parece que ya se atascó este cachivache. Señorita, ¿sería tan amable de presionar el botón
[rojo, míralo que chapeteadote, no puedo creer que se haya puesto así por mí, está todo apenado el pobrecito cura, que por cierto no está nada mal, ¿realmente será
[virgen santa, mira nada más que escote trae esta mujer, no deja nada a la imaginación, quien lo fuera a pensar, de seguro es una
[puta, que bueno que la alarma ya está sonando, ya me anda de las aguas, ojalá vengan a sacarnos de
[aquí huele muy raro, debe ser el perfume dulzón de esta muchacha, me marea, de veras que se ve muy
[fuerte y viril el curita, eh, será muy sacerdote pero bien que me está desvistiendo con la mirada, que no se haga pedazos, si también se le ha de
[parar este maldito elevador, y con la prisa que tengo, no se me vaya a enojar la clienta. Eso de ser chippendale es un trabajo duro. Y todavía me hacen que me ponga esta pinche sotana, viejas pervertidas…]
Vaya, esto se tardó en funcionar menos de lo que pensé. Al piso tres, señorita, por favor. ¿Ah, también usted se baja ahí? Mire que coincidencia, jamás lo hubiera imaginado.
Relato enviado a Hipertextos
miércoles, noviembre 10, 2004
To B.
Puag!