El otro día, por puro goce perverso, me metí a un diplomado para tejer macramé y hacer otras gracias que, supuestamente y a la larga, me harán un mejor profesor. Pero es no es lo importante. Lo que me interesa recordar aquí es que así, de entrada, pude darme cuenta que no hay nada más naco que poner las iniciales de tu nombre en el bolsillo de tu camisa. Ugh. Y lo peor. La primera dinámica consistió en que los compañeros formáramos un círculo, ¡y nos diéramos un masajito mutuo en los hombros! Qué asco.
2 comentarios:
(Paris intenta no vomitar) ¡Qué Maricas!
Y, ¿Cómo demonios le hiciste(s) pa no soltar chingazos?
Le dije al pendejo que estaba detrás de mí: me tocas y te pongo un putazo.
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