Desvanecerse. Desaparecer hasta quedar reducido a nada. Ir dejando jirones de uno mismo en cada letra, como un acto voluntario de purificación inextricable; como un reencuentro con el vacío abismal que llama y enaltece todo aquello que decae. Pero antes, es preciso revolcarse en el borde, disfrutando la suciedad y la podredumbre. Permitir que el vértigo tome el control, y se transforme en una piedra terriblemente fría en un lugar indeterminado, pero casi siempre cerca del estómago. Dejarse consumir hasta el hueso, roerse uno mismo ignorando el dolor y la incertidumbre. Reptar, invocando toda nostalgia del futuro, apreciar toda imprecación, volverse uno con la nada.
martes, mayo 22, 2007
Instrucciones para ser feliz
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1 comentario:
gracias por las instrucciones, serán tomadas en cuenta
lo del vértigo se ha repetido últimamente, no? ... a mi el vértigo me hace pensar en Kundera
sospiro
saludos
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