Puts. Este texto se veía mejor impreso. Ni modo, lo dejo así, a ver si no causa prúrito (acordaos que la forma no es sino el fondo).
«No importa», le dijo Marcela a la voz del otro lado del teléfono. «Yo voy a tu casa; lo que necesito es verte», insistió ella.
«Has lo que quieras», sentenció la voz. Su tono reflejaba molestia.
Clic.
Estática.
Sonido agudo.
Marcela colgó el auricular. Había tenido un día terrible en la oficina y necesitaba relajarse
no le gustaba que lo interrumpieran, pinche mocosa de mierda, qué se cree, que soy
un poco. ¿Sería por eso que había llamado a Alonso? Tal vez. Como quiera que haya sido,
su pendejo, con lo que me caga la madre que venga y se meta en mi cama, ésta parece ya su
se imaginaba ya de pie, frente a la puerta del departamento de éste. Se veía a sí misma ahí,
casa, si no fuera porque coje a toda madre ya la hubiera mandado a la chingada, méndiga
rubia, esbelta, con su traje gris oscuro, de entalle perfecto, la blusa negra y escotada, y los
perra arrabalera, jeje, viciosa y golosa como pocas, pero algún día tendré que deshacerme
zapatos impecables, del mismo tono que el bolso. También lo vio a él, de pie frente a ella,
de ella, ni modo, yo la previne, le dejé claro que se estaba metiendo entre las patas de los
con su característica adustez dibujada en el rostro, desaliñado, con la ropa (invariablemente
caballos, y aún así quiso aventarse esta bronca, por caliente, nomás, porque conmigo no
negra) manchada de pintura, café, sangre. Se vio besándolo en la boca, profundamente,
tiene ningún futuro, sabe perfectamente que yo soy sólo para un rato, un juguetito y ya,
acercándose a él; casi podía sentirlo recorriéndola con las manos, enredándose ansioso en
un simple revolcón, sabroso, eso sí, pero revolcón al fin y al cabo, nada más, pero nada
su cintura, apretándole las nalgas, como si quisiera aprendérsela de memoria, aprisionarla,
menos, nada más de acordarme se me pone todo tieso, chales, pinche Marcela, eres una
no dejarla escapar nunca. Sintió un ligero estremecimiento que le sacudió todo el cuerpo.
bueno, para qué te digo, estás super mami, jeje, riquísima, como para chuparse los dedos.
En sus ojos había un brillo extraño. ¿Era llanto? Si era así ¿se le habían humedecido los ojos debido a la alegría que sentía? ¿Estaba triste? Aún no lo había decidido.
Salió de la oficina y se dirigió al estacionamiento. Hacía frío. Extrajo un pequeño estuche color rosa de su bolso. Acarició los bordes de la inicial grabada: M3. Marcela Mernaus Marquís. M3. Abrió el estuche y se miró al espejo. Se encontró cansada. «Tengo cara de estrés», pensó y se alisó el cabello. Se maquilló un poco. Sonrió, y su sonrisa se transformó de inmediato en una mueca indescifrable. Presionó un botón perfectamente disimulado en el estuche. Se abrió un minúsculo compartimiento secreto. Dentro había un fino polvo blanco. Lo tomó con una de sus uñas (era bello el contraste entre el rojo brillante de sus uñas y el aura blanquecina del polvillo). Lo aspiró. La humedad de sus ojos se intensificó. Tosió. Instantes después percibió cómo su rostro se iba entumeciendo. Extrajo de su bolso las llaves de su auto. Presionó el botón que desactivaba la alarma y al mismo tiempo abría las puertas. Las luces del auto se encendieron un instante.
Marcela sonrió al saberse enamorada.
Bip-bip.
4 comentarios:
literariamente, no te parece un poco torpe, y harto trillado?
Badofcors, Debret. Esa era precisamente la intención al escribirlo. Habrá que pensar en este texto como un homenaje a la estupidez literaria de aquellos que piensan que existe un modo correcto de escribir, es decir, que piensan en la literatura con mayúscula.
pues si es, no es o qué, no lo sé
pero me gusta leerte y saber que esa etapa musical esta cediendo un poco ;)
y por qué tanta preocupación por la literatura (o debí escribir Literatura?) ?
en lo personal creo que hay espacio para todo en este mundo, así como hay personas que jamás leerán Literatura, hay otras que jamás leerán literatura; léase: hay personas que apenas y leen tvnotas o algo así, hay algunas que son felices con la selección de caldo de pollo para cualquier ocurrencia y otras que leen a autores con nombres rimbombantes, clásicos, famosos, etc
creo que nunca he entendido a que te refieres exactamente cuando hablas de eso, quizá por eso estoy diciendo tonterías ahora, pero insisto, no creo que todo lo que se escriba sea lo máximo, el descubrimiento del hilo negro, la respuesta del millón, pero hay cosas buenas, algunas mejores que otras, unas cuantas rescatables y otras que están ahí sin pena ni gloria
hay muchos libros que no leeré y no porque no lo desee sino porque no me enteraré que existen, algunos otros porque no tendré tiempo, otros porque no son de mi interés
hay opciones para todos, no?
y lo más importante creo es el hecho de que quien lee es quien decide
además un mismo texto puede ser interpretado diferente, ya ves, tanto Skinner como Freud leyeron a Nietszche y cada uno tomo lo que quiso y como lo quiso
y ya me perdí :s no se ni lo que estoy diciendo, pero bueno una vez más, me alegra leerte!
saludos
la lola
Aaaaaaah!!!!
me gustó, me gustó
bonito el experimento =DD
Publicar un comentario