miércoles, septiembre 02, 2009

Jazzeando

El jazz es una de las formas de expresión artística más vibrantes, coloridas y variadas que existen. Desde aquella semilla plantada por el baile de los esclavos africanos en Congo Square, New Orleans, hasta la multiplicidad de estilos jazzísticos que pueblan el orbe, la historia de este género musical ha recorrido un buen trecho. Improvisación, rigor, libertad, protesta, sufrimiento, alegría; todos estos sentires son parte de la arquitectura fundamental del jazz; del lenguaje del jazz. No cabe duda que éste es un arte democrático al que dotan de visibilidad y cuerpo aquellos que tocan juntos: el jazz no es, sucede cuando cada músico, cada instrumento, cada nota y cada silencio, juegan un papel crucial en la construcción de la obra. Para los primeros intérpretes del género, tocar su música nunca fue realmente un trabajo, sino un estilo de vida, el camino hacia la perfección o hacia el infierno. Ésta era la única forma de libertad que tenían al alcance: la vida errante del mundo del espectáculo cuyo objetivo era buscar, perseguir a toda costa la posibilidad de expresarse, por encima de cualquier fama y fortuna. Tal es el espíritu originario del jazz: un desacato que rompe con las estructuras, un susurro, un grito que se atreve a confrontar, desde la ludicidad, a la realidad misma.