jueves, julio 30, 2009

No hay peor ciego...

En su columna de ayer en El Respetable, Bruno López se queja amargamente de que, desde su perspectiva, hay una nueva pugna entre “jóvenes y dinos” en el seno del partido tricolor, para ver quién se queda al mando de esta institución política en nuestro own and private Jalisco. Como si hubiera un verdadero y significativo enfrentamiento entre un sector que representa lo añejo, y otro en el que se condensa el porvenir. De manera específica, López abre su artículo con las siguientes interrogantes:


“¿Quién debe dirigir al PRI? ¿La clase política fresca que ganó las elecciones el pasado 5 de julio o la rancia clase política que sólo las ha perdido? ¿Qué debe prevalecer, el pasado o el presente y el futuro? ¿Qué perfil debe tener el nuevo presidente estatal del PRI?

Frente a las dudas que esboza López se impone, cuando menos, un profundo escepticismo. En otras palabras, es inevitable cuestionarse acerca de la pertinencia de las preguntas que arroja este articulista en su columna. Es evidente que el texto que nos ofrece centra la diferencia entre “los jóvenes" y “los dinosaurios" que habitan al PRI sólo en el componente etáreo, como si fuera posible que el cambio institucional se agotara en la edad. Más allá de la ingenuidad que ello pone de relieve, vale la pena destacar que para el caso sui géneris del priísmo, cabe la hipótesis que indica que el carácter "dinosauriezco" que le da cuerpo al partido tricolor no está centrado en la variable temporal, sino en el conjunto de prácticas que construyeron un régimen político como el mexicano [y el jalisciense too].[1] Habría que analizar el desempeño de aquellos a los que López postula como la “clase política fresca” (sic, sic, sic), para ver si realmente podemos hablar de una especie de renovación generacional en el PRI o simplemente estamos frente a la perpetuación de un conjunto de prácticas propias de la época mesozoica que nos es tan familiar (nada más que actualizadas, con menos arrugas, más cabello, y rostros TV friendly, eso sí). Para anunciar la venida del nuevo PRI, López [desde una especie de referencia a Guízar] argumenta lo siguiente:


“Porque el PRI que ahora quiere la gente no tiene que ver con la vieja visión de los que pelean ese espacio; ni la gente los entiende a ellos, ni ellos entienden a la gente: los de ahora no son los tiempos de un dirigente que llegaba a hacerle la chamba a alguien, o a hacérsela a sí mismo (remember Guízar)”.


¿Será? ¿Acaso es suficiente que el pueblo quiera un PRI distinto?[2] A mí me parece más bien que para que exista de facto un "nuevo partido tricolor" no basta que los ganadores de las elecciones sean gente joven; ni que el PRI que "quiere la gente" (sic) no tenga nada que ver con una visión anquilosada. El asunto es bastante más complejo. Se precisa una serie de cambios profundos, estructurales, que no necesariamente tienen que ver con el año en que nacieron quienes deberían (o no) quedar al mando de un partido, sino con los modos de pensar y actuar. Y bueno, no está de más decir que perro joven sí aprende trucos viejos. Dudo mucho que la apuesta a la que apunta López al final de su texto, y que atraviesa prácticamente a todo el artículo, conlleve a una confrontación real entre pasado y futuro. Sin duda, en la escena política estatal y local hay rostros más jóvenes. Pero las raíces ideológicas del tricolor siguen siendo las mismas (ojo: no me refiero a aquellas que están plasmadas en sus estatutos, sino a las que han regido sus prácticas ayer, hoy y siempre). Hay que aprender a enfocar con precisión la mirada [analítica], porque, como dice la voz de la sabiduría popular: no hay peor ciego que el que no quiere ver. Recordemos(le a López) que veces [casi siempre] las cosas cambian sólo para seguir iguales.



[1] Prácticas que el PAN ha sabido copiar tan bien, aunque con una ejecución bastante más burda, tanto en las altas esferas como en los ámbitos más locales. Basta ver cómo andan agarrados del chongo en estos días.

[2] Al leer los argumentos de López, es inevitable recordar el espíritu New Age que caracteriza a libros/pseudocumentales como El Secreto, de Rhonda Byrne, en el cual se sugiere que basta desear algo para que esto se materialice.

miércoles, julio 29, 2009

¿Neta?

¿La próxima revolución será mediática (una especie de mise en scène) o no será?

martes, julio 28, 2009

Pregunta

¿Acaso la frustración y el enojo pueden convertirse en ese motor que obliga a seguir moviéndose, aunque se a patadas y echando espuma por la boca?

sábado, julio 25, 2009

Ah, el lenguaje...

BTDTGTTSAWIO. Ah, y por favor, DQMOT. ¿Zas?

martes, julio 21, 2009

De dedazos y quebrantos

Quisiera decir que mi interés es puramente académico, y que detrás de estas líneas sólo hay un afán analítico. Pero es imposible. Aparte de la pretensión de estudiar lo que ocurre en la esfera pública nacional y local, también me mueven un poco la pena ajena y el morbo . Es que, por más enraizadas que estén las ideas que sugieren que “todos los políticos son iguales” y que “el poder corrompe”, siempre es divertido encontrarse con ejemplos que pongan de relieve lo anterior; y sobre todo, es fascinante hacer leña del árbol caído. En esta ocasión, no cabe duda que la pe-erredización priísta del PAN se lleva las palmas. ¿Acaso las escenitas telenoveleras protagonizadas por los blanquiazules en fechas recientes no son sino la encarnación conspicua de lo que los “supuestos” artífices de la democracia han denominado como “antiguo régimen”? Veamos: primero, frente al evidente fracaso electoral, Germán Martínez, el ocasional muchachito pendenciero, se amilana y renuncia a la dirigencia del partido en un acto al que en los medios (azulosos) se quiso vestir de aparente dignidad, pero que equivale, más bien, a pedir de regreso los calzones porque ya no se quiere participar en el juego. Se fue y nomás les dejó “la viborita chillando”. Ahí que se arreglen.
Acto seguido, tras un evidente dedazo presidencial, como en los good old times, César Nava se candidatea para entrarle al quite y asumir la dirigencia panista. Desde luego, va solito, igual que en la época más dorada del priato. Y tal como cuando eran oposición, parte del Sanedrín foxistazulino pone sobre la mesa un quejononón: Creel, Espino, Corral, García Cervantes, Aguilar Coronado y Priego se escandalizan, y señalan en conferencia de prensa que el proceso interno es “una simulación” y que está “viciado de origen”. Vaya eufemismos para esconder la tradicional búsqueda del hueso. Me cae que no tienen llenadera. En fin, parece que en última instancia en la cúpula del PAN también se enarbolará la tan famosa estrategia del voto nulo, porque han dicho que piensan reventar con todo la elección interna. Ya hay encuestólogos que se preguntan si esta división entre facciones y facciosos (perdón, corrientes ideológicas y correligionarios) traerá como consecuencia una fractura interna definitiva. No hay que sorprenderse si en unos meses los panistas también postulan solaztecamente la refundación de su partido (¿por la mitad?).
Y bueno, quién lo iba a decir: en Jalisco no se cantan mal las rancheras. Acá los azulinos también andas de las greñas (igual o peor que en la sede nacional del pan, allá en la capirucha). ¿Y nosotros? Para variar, con nuestra suerte negra, nos sacamos la rifa del tigre, y en medio de este mar de incertidumbre hay dos anclas fundamentales a las cuales siempre es posible aferrarse: 1.Las cosas cambian sólo para seguir iguales; 2. Vivir en México equivale a un profundo acto de fe.
Que conste que lo digo sin el más mínimo asomo de sarcasmo (ajá).

Ja.

Qué divertido es ser testigo de la pe-erredización priísta del PAN. No cabe duda que el poder corrompe.
Ja.

miércoles, julio 08, 2009

Ni modo

  1. Quién lo dijera. Uno de los pocos logros de López Obrador luego de su esquizofrénica aspiración a la presidencia de la República, había sido incluir en la legislación electoral la cantaleta de "voto por voto; casilla por casilla". Y ahora, son precisamente los panistas, quienes, a uñas y dientes, aprovechan sin el menor asomo de vergüenza, dignidad, o disimulo, la otrora tan criticada petición lopezobradoresca, para limosnear un huesito. Ése es el estado de nuestra deliciosamente patética clase política.
  2. En diversos medios se ha pretendido justificar la renuncia de Germán Martínez a la dirigencia del blanquiazul como la única salida digna que le quedaba al funcionario. Qué equivocados están. Aparte del consabido balazo en la sien (qua salida digna), la renuncia de pendencierito es la más pura expresión del pragmatismo: con él a la cabeza del PAN, hubiera sido todavía más difícil para Jelipillo sobrellevar la marea roja que se le vendrá encima en el trienio que le queda.
  3. No se emocionen. Es preciso tomar cum grano salis los datos que anuncian una victoria contundente del PRI en estas elecciones intermedias. Si uno lee con detenimiento y astucia el proceso electoral, podrá darse cuenta que más que un triunfo del tricolor, estamos frente a un reclamo ciudadano que pone de relieve las más profundas ineptitudes de los gobiernos panistas. Si a ello se le suma el hecho de que sólo acudieron a las urnas poco menos del 45 %, y de éstos, casi la tercera parte votó por el PAN, la contundencia de la marea roja se convierte apenas en un leve chisguetito.