martes, mayo 31, 2005

¿Tautología?

No padezco el defecto de ser escritor, salvo por el hecho de que escribo.

lunes, mayo 30, 2005

Fragmento

Va un fragmentitito del 3. capítulo de mi tesis. El título tentativo del capítulo es "De qué (no) hablamos cuando (no) hablamos de política". ¿Opiniones?
Desde finales de los ochenta en nuestro país, la transición a la democracia se ha ido convirtiendo en un significante de la [imposibilidad] de la convergencia política: [se percibía] que quienes ostentaban entonces el poder lo hacían con serios déficit de legitimidad, ya que representaban la descomposición y la corrupción del sistema. Esto contribuyó a que diversas fuerzas políticas se aglutinaran en contra de aquellos. La [inacabada] alianza política a favor del cambio de las posiciones divergentes —y potencialmente antagónicas— sólo era viable bajo el manto de un significante «universal». La transición y el cambio jugaron en ese momento el papel que designaba la unidad fundamental que vincularía a los distintos sectores más allá de sus diferencias políticas. No obstante, en el periodo postdemocrático por el que atraviesa nuestro país, el «encantamiento» producido por la llegada de la oposición al poder ha pasado. Así, pareciera que el significante que emerge para sustituir al anterior gravita en torno a la apatía y el desencanto. Ello constituiría el centro de la ideología espontánea de las personas comunes: las supuestas prevalencia y autonomía del campo político se han quebrado; las esperanzas de plenitud después de la salida del PRI de los pinos se han agotado. Si el contenido de este nuevo significante indica que bajo el cobijo de la democracia la oposición gobierna con la lógica del antiguo régimen, entonces es necesario «interrogar» a la realidad haciendo preguntas del tipo: ¿Qué significan ahora [la transición a la] democracia y el cambio? ¿Acaso ello implica un retorno a la moral tradicional y los valores religiosos? ¿O remiten a una especie de «depuración» del «cuerpo social» de los rastros del viejo régimen? ¿Será acaso la justicia social y la resistencia a la privatización fulminante las que ocupen el lugar hegemónico?

En plena postdemocracia mexicana, el significante cambio/transición en tanto que designa todo aquello que no ocurrió se percibe como vacío. La brecha entre dicho significante y la multitud de contenidos particulares se sitúa dentro de lo particular en sí, es decir, entre la universalidad y aquello que la socava. De ello se desprende la existencia de tres niveles analíticos que sirven de bisagra para el desarrollo de nuestros argumentos: 1. El universal vacío (la transición a la democracia); 2. El contenido particular que hegemoniza al universal vacío (la legitimación del relato que la narra; la institucionalidad que constituye la «oferta juvenil» proveniente del Estado) y; 3. Lo individual que socava el contenido hegemónico (las conversaciones y los silencios juveniles que vinculan el universal vacío con las biografías personales). Así, lo político no se reduce al ámbito específico en el que se toman las decisiones concernientes a la administración de los asuntos públicos. Tampoco quiere decir que lo político impregne hasta los ámbitos más íntimos de la vida, lo que equivaldría a señalar que la percepción misma de algo como apolítico no es otra cosa que una decisión política en disidencia. Un reduccionismo de lo político de este tipo deja de lado una idea crucial: que la misma exclusión de algo del campo político constituye un gesto político en sí, es decir, aquello de lo que (no) hablamos cuando (no) hablamos de política constituye una vía para indagar la manera en la que se construye socialmente la democracia.

jueves, mayo 26, 2005

Las caricaturas (no) me hacen llorar

Por fin. Tuve que esperar casi una década para volver a ver un capítulo de uno de los dibujos animados más grandes de la historia: El Conde Pátula. Durante mis años de adolescente grabé en formato Beta (uts, ya soy casi un anciano) buena parte de los episodios de dicha caricatura, porque sabía que algun día me ofrecerían lecturas profundísimas. La idea de un pato vampiro, que además es vegetariano y necesita de los cuidados de una gansa-nana gigantesca y de un buitre perverso (llamado adecuadamente Igor) es, cuando menos, genial. Algún día escribiré sobre ello. Pero hoy no. Hoy sólo lo disfruto minuciosamente. Lamentaba nunca haberme preocupado por conservar en buen estado el aparato reproductor (de videos, ehhh). Poco a poco, los varios casetes beta se fueron llenando de polvo y champiñones, o de plano perdiéndose en el olvido. Y justo hoy, cuando había dejado atrás toda esperanza, mientras surfeaba por los canales de noticieros matutinos, reconcí a uno de los personajes. No lo podía creer. La mañana se tornó dulcísima cuando escuché a la nana decir: "ya voy, mi patolín". Ahhhh. Primero el Episodio III y ahora esto. Los benditos placeres de la inocencia.... Ya solo me falta Remi, el niño de nadie.

lunes, mayo 23, 2005

Horror Vacui

Llevaré un rato despierto antes de que suene la alarma del reloj. Buscaré a tientas, en el buró de la izquierda, mis anteojos. Los colocaré en su sitio. [Adiós miopía, hola mundo con perfiles definidos. Pero ¿acaso ver el mundo es bueno? ¿Qué la miopía no será una bendición?]. Me levantaré y me pondré encima la misma camiseta que habré dejado tirada en el piso la noche anterior. Luego los calzoncillos. Bajaré, descalzo, hasta la cocina para cumplir con el viejo ritual de siempre: moleré el café, sacaré el filtro del cajón, lo colocaré en su sitio, verteré agua en la cafetera, la encenderé. Preparé las tasas. El piso estará frío, pero aún así me quedaré un largo rato contemplando cómo caen las gotas ocres. Lento, una gota caerá, otra. El olor inundará todos los rincones de la casa. Afuera el silencio será cada vez menor. Los autobuses pasarán cada vez de manera más frecuente. La vecina de al lado comenzará a gritarle a los niños para que se levanten, porque que ya es tarde y tendrán que ir a la escuela. En la casa de espaldas comenzará ese sonido que, a pesar de serme ya tan familiar, aún no habré logrado identificar. Encenderé la radio que está en la cocina. Escucharé, sin prestar demasiada atención, las noticias. Subiré y repetiré la operación, pero esta vez le tocará el turno a la televisión. Un rato después, el café estará listo. Habrá que ir a servirlo, negro por favor. Gracias. Regreso a la habitación tasa en mano. Al pasar, noto algo raro en el espejo, pero no le doy mayor importancia. Pienso en lo que tengo qué hacer el día de hoy. Bebo un sorbo. Otro. Saboreo el líquido con placer. Coloco la tasa en el buró. Pero, descuidado como siempre, se me resbala de entre los dedos. La tasa se precipita al suelo, cae al vacío irremediablemente. Cierro los ojos por instinto, esperando el crash que anuncia un terrible derramamiento, la posterior y necesaria limpieza, el inicio de un día pésimo y… nada. Se hace un silencio pasmoso alrededor. Me envuelve. Pareciera como si todo se hubiese quedado quieto por un instante. Pienso en algo como un bache de silencio (no sé explicarme mejor, me faltan palabras). Luego, los sonidos vuelven a entrar al orden establecido: la televisión frente a mí; el radio abajo; los autos afuera. Pero la tasa está suspendida en el aire, con el café a medio vaciar pero sin tocar el piso. Permanezco unos instantes observando la escena. Camino alrededor de la tasa. Toco el líquido y éste sigue como tal, no se ha endurecido ni nada por el estilo. Incluso está caliente. Es como si hubiera quedado atrapado en una bolsa de tiempo o algo así.

De esto hace dos meses. Ya no sé qué hacer.

jueves, mayo 19, 2005

Ajá.

Yo, como Barthes, reclamo vivir plenamente la contradicción de mi tiempo, que puede hacer de un sarcasmo la condición de la verdad.

martes, mayo 17, 2005

El estimado maese Ivanovish, en un comentario hecho a mi post anterior, toca un punto interesantísimo en relación con las recientes declaraciones racistas hechas por Fox. Yo, a lo borras, arremeto contra el Presichente (como si le importara lo que un simple bloguero pudiera decir) y lo llamo estúpido y racista. Aún sigo pensando lo mismo. No sólo por las declaraciones hechas por él acerca de los negros, sino porque considero que en general, el tipo es bastante incapaz para gobernar un país (recuerdo que alguien alguna vez llamó al Vicente “el alto vacío”; vaya, que todavía me doblo de la risa cada vez que ello me viene a la memoria). Y si alguna vez tengo la oportunidad de estar frente a Chente, no dudaría en decírselo (como ya lo he hecho con otros personajes a los que considero igualmente estúpidos. Por eso ya nadie me invita a sus fiestas, y me va a costar un trabajal conseguir chamba cuando se me termine la beca, jeje). Sin embargo, Ivanovish menciona que en realidad, el comentario hecho por Fox no está tan alejado de la verdad. Más allá de toda connotación racista, Ivanovish señala acertadamente que


al respecto lo unico que puedo decir es....QUE ES CIERTO... la comunidad latina esta realizando los trabajos que la comunidad negra (afro-americana, to be policitally correct) no quiere hacer. la cuestion es sencilla, un sueldo de 5.50 dolares la hora? solo es tomado por latinos...aun mas, solo por latinos indocumentados. Los negros y latinos documentados? no, ellos buscand trabajos de 7, 8 dolares la hora minimo...pro 5.50 o 6 dolares? no, mejor van a la oficina del desempleo a recibir compensacion del gobierno por no trabajar. Hace dias en una ponencia escuchaba a un presentador decir que el latino es la nueva forma de esclavitud, gente que trabaja por salarios minimos y en condiciones que nadie mas aceptaria. Pero volviendo al punto de fox, lo que dijo a mi no me parece un error, se trata, una vez mas amigo, de una de esas frases que es leida de manera diferente para poder satisfacer las intenciones y los argumentos de diferentes personas o grupos politicos

Ni duda cabe. El maese Ivanovish, como siempre, es certero en su comentario. Aún cuando el brete de irme de mojado nunca se me dio, las vicisitudes del fenómeno migratorio no me son ajenas. La mitad de mis mejores amigos o están allá en calidad de indocumentados, o están pensando en irse al otro lado para mejorar sus vidas. Sin duda, por las condiciones en las que emigra, la población mexicana indocumentada se ve obligada a aceptar términos de trabajo bastante deplorables. Ni hablar, el comentario hecho por Fox no está equivocado. No obstante, me parece que la estupidez de Chente radica en el modo de decir. Recordemos que a pesar de su ingenuidad, la idea McLuhaniana de que el medio es el mensaje sigue teniendo validez: un presidente, por más tonto que sea, no puede darse el lujo de dejar que se le vaya la lengua como lo hizo Chente. No es lo mismo “los huevos de la araña que aráñame los huevos”, como tampoco es lo mismo “ni siquiera los negros” que “otros grupos minoritarios”. Si el presidente no fuera tonto, ahorita nadie le estuviera exigiendo que ofreciera una disculpa pública. ¿Me explico? Imagínese, Maese Ivanovish, si a Fotz de pronto se le ocurre referirse de manera similar a los indígenas, a los homosexuales, a los adultos en plenitud, etc. Al pobre vocero de la presidencia no se le va a agotar la chamba…

domingo, mayo 15, 2005

Chales...

La madrugada del pasado 14 de mayo, mientras ofrecía sus servicios sexuales, fue baleada Paulina (Eduardo Morales) cerca de Plaza del Sol, uno de los centros comerciales más tradicionales de la región. Días antes, en una reunión realizada en un lujoso hotel de las inmediaciones, los vecinos y comerciantes de la zona habían anunciado que ante la falta de acciones por parte de las autoridades, se harían justicia ellos mismos. Hoy el tipo está agonizando en el Hospital Civil de Guadalajara.
El caso no es menor. Y los medios de comunicación van a jugar un papel importantísimo en todo esto. Ante ello, no es extraño que Miguel Angel Collado, del noticiero de televisa local, anuncie la agresión a Paulina (Eduardo Morales) con una sonrisa irónica. Tampoco es raro que se exprese con sorna acerca de la manifestación que se organizará en favor de la diversidad sexual el día de hoy, allá por Plaza del Sol. No dudo que las marchas programadas para el mes entrante también sean vistas por él de manera burlesca. La «mochedumbre» del mencionado comunicador está más que demostrada.
Así, pudiera parecer que el asunto está de locos. De modo que surgirían preguntas del tipo: ¿Cómo es posible que en la capital americana de la cultura (¿?) se cometan crímenes por homofobia? ¿Qué dice eso de nosotros en tanto (t)apatíos? y otras del mismo estilo. Las respuestas a estas interrogantes ponen de relieve que, sin duda hay varias aristas que pudieran retomarse al analizar este caso. Por ejemplo el tremendo vacío de poder que orilla a los ciudadanos a solucionar a balazos un problema social. El asunto es bastante complejo: Por una parte, ¿A quién le gustaría tener en su barrio una zona donde hombres vestidos de mujeres se prostituyan hasta altas horas de la madrugada haciendo tremendo desmadre? Quien haya rondado por Plaza del Sol después de media noche sabe de lo que hablo. Por otra parte ¿Por qué negarles a los sexoservidores el derecho de trabajar en lo que ellos puedan o quieran? De alguna manera tienen que sobrevivir. ¿Por qué sancionar negativamente el derecho de los transexuales a ser diferentes? Más allá de las cuestiones legales, el dilema moral que este problema suscita no es menor. Sociedades como la tapatía, así, nombrada en conjunto, se enfrenta a una importante coyuntura. Aunque cabe aclarar que el resultado es bastante predecible...porque ¿qué puede esperarse si el mismo presidente de la República manifiesta su estupidez y su racismo abiertamente en los medios de comunicación?


PD.
Chales. Me gustaría abordar el tema con verdadera profundidad, pero ando hasta el queque de trabajo... en estos días tengo que entregar cuatro capítulos de la tesis y otro que probablemente forme parte de un libro... ¿o... no será que soy un pinche y tradicional mocho y le saco al parche? Quién sabe...

miércoles, mayo 11, 2005

No me gusta abandonar tanto este blog, pero en estos días he tenido demasiado poco tiempo para escribir. Por ello me autofusilo uno de los primeros post que coloqué en este blog. A ver qué le parece a quien no lo haya leído.

Es de noche

entre simulacros

de ausencia y de tristeza

ella habita

a golpe de recuerdo

las horas, los minutos

en donde aún

después de tanto tiempo

sus olores merodean por la memoria

Llueve

y el eco de su voz

tan amargamente tierna

suena en cada gota

en cada línea

mientras su alma asustada

se refugia en el papel

y se le escapa por las manos

letra a letra, lento

Alguien

allí mismo bebe

de los nombres y

de las imágenes

bajo una lámpara

donde a contraluz las palabras

se iluminan hacia dentro

frágiles y mínimas

como aquella voz

recorriéndole la piel

Piensa

que detrás de los deseos

y de la carne

el miedo entra por los ojos

y los huesos

que alimenta al olvido

hace espacio en la habitación

por si la soledad regresa acompañada

Luego

el colchón reclama su presencia

cosa de cansancio

hay que trabajar por la mañana

—se dice—

como quien quiere escapar

de sí mismo cerrando los párpados

y apretando los puños

bajo las sabanas

No existe

—concluye—

el ritual adecuado

ni la música precisa

para que en esos momentos

el laberinto de la noche

le conduzca a alguna parte

donde sus voces se encuentren

tocando con palabras

sus insomnios

miércoles, mayo 04, 2005

De película...

En estos días he visto dos películas que me han parecido excelentes. La primera es Birth, en donde Nicole Kidman interpreta de manera magistral a Anna, una mujer que tras perder a su esposo decide rehacer su vida, luego de varios años de viudez. La segunda es The Machinist, en donde Chris Bale realiza, desde mi punto de vista, una de sus mejores actuaciones interpretando a Trevor Reznik, un insomne crónico agobiado por la culpa. No voy a escribir acerca de dichos filmes para no arruinarle el día a quien no las haya visto. Mejor me centro en algunas reflexiones que me provocaron. Como es mi costumbre, al salir del cine pongo atención a los comentarios que suscitan las pelis en los pasillos y corredores de las salas. Esperaba que el clamor general tuviera un tono negativo y así fue. Para muchos de los asistentes las películas estuvieron bastante malas. Sin duda, ambos filmes no son fáciles porque exigen el involucramiento constante de la audiencia para el armado de la obra en sí. De modo que ambas plantean un desafío interesante que involucra la subjetividad en la medida en que interpelan al espectador.

Ahora bien, más allá del profundo goce que me provocó su contemplación, creo que hay un factor común que de algún modo vincula ambos filmes. En un plano estético, considero que ambas tienen muy buena fotografía y están conducidas casi a la perfección. En las dos hay escenas que por sí solas hacen que valga la pena ir a verlas, aún si el resto de cada cinta no fuese bueno. En Birth, por ejemplo, aparece una toma del rostro de Anna (Kidman) en primer plano, mientras de fondo se escucha in crescendo el momento más álgido de lo que a mí me pareció era algo como Berlioz. La armonía de la escena es rota un par de veces por el prometido de Anna, quien se acerca a ella para susurrarle algo al oído. Esto transcurre por un par de largos y tensos minutos sin que pase nada más, con resultados estremecedores. Por otra parte, en The Machinist, Trevor (Bale), convertido en casi un esqueleto, danza de manera macabra frente a Stevie (Jennifer Jason Leigh), una prostituta que le servía de confidente. Simplemente aterrador. Ambas también se desarrollan en una atmósfera casi monocromática acorde con la psicología de los personajes. En fin, vale la pena ir a verlas.

Pero hay algo más en ellas. Algo aterrador. Algo que se mueve en las dos cintas y que remite a aspectos más profundos que cuestionan el logos mismo de nuestra época. Dichos filmes dan cuenta de lo que a mi modo de ver constituye el más grande peligro de este periodo histórico: la disolución total. No me refiero al temor abstracto derivado las armas de destrucción masiva o de cataclismos naturales al que se enfrenta constantemente la humanidad. No. El peligro radica en un lugar más íntimo: me refiero a la disolución del Ser. La trama de ambas cintas se centra en la terrible pérdida de sí mismo, en la falta de sustancia, de cualquier cimiento para la construcción del Yo. Sin asidero alguno, el amor, otrora un sentimiento puro, el rasgo de la divinidad en lo humano, se vuelve desastroso: luego del amor, el ser transita por la vía de la locura, de la indestructibilidad cartesiana hacia una autodestrucción casi lúdica. El Yo, que alguna vez fuese totalidad con funciones bien delimitadas se transforma en un caos fragmentado de biografías imposibles de narrarse de manera coherente. El ser se ahoga en una multiplicidad de signos, en un océano de significados. En ambas películas hay un antes y un después que fácilmente puede asociarse con la terrible duda ontológica que es la marca de buena parte de mi generación: antes en el mundo de la vida se establecían fronteras claras y bien delimitadas. Había una distancia entre los objetos y las imágenes, era posible establecer la diferencia entre la representación y lo representado, entre la simulación y la verdad. Hoy todo está mezclado de manera intrincada, irremediablemente. La textura del tejido social aparece como algo caótico, fuera de lugar. El sentido del mundo se disuelve. El ser se disuelve. Ni siquiera las palabras bastan, ya no se acomodan a las cosas que hay qué decir. No queda nada más qué: ¿?

domingo, mayo 01, 2005

Pronto

Episode III